Me duele ver que buscas algo nuevo.
Con fuerza ansías, dices, me confiesas,
encontrarte en mujeres una de ésas
que en arrebato sucumba a tu deseo.
Me duele ser la amiga, confidente,
obligada nobleza de escudero,
a darte sin dudar el visto bueno
de consumirte en ráfaga quemante.
Considero de pronto interrumpirte.
¡Aquí estoy!, ¿no ves cuánto te quiero?,
¿no ves que me destroza el escucharte?
¡No puedo seguir siendo tu escudero!
Quiero ser de la que hablas cuando dices
Loco estoy, sueño que la poseo. Pero
mientras cuentas tranquilo de una de ellas,
en silencio reflexiono en mi cabeza.
Yo no puedo convertirme en esa pieza
que te lance de la tierra a las estrellas.
Prefiero esta tortura del testigo,
mirando atónito el asesinato,
de amores que no duran más que un rato
y que vuelves para compartir conmigo.
Queda sólo el consuelo del secreto
de saber qué hay detrás de tu agonía,
aún mates mi cariño con el eco
de anéctodas de noche por el día.
A escucharte pues, sin mayor anhelo,
ansiosa espero, con amor y celos.
Con fuerza ansías, dices, me confiesas,
encontrarte en mujeres una de ésas
que en arrebato sucumba a tu deseo.
Me duele ser la amiga, confidente,
obligada nobleza de escudero,
a darte sin dudar el visto bueno
de consumirte en ráfaga quemante.
Considero de pronto interrumpirte.
¡Aquí estoy!, ¿no ves cuánto te quiero?,
¿no ves que me destroza el escucharte?
¡No puedo seguir siendo tu escudero!
Quiero ser de la que hablas cuando dices
Loco estoy, sueño que la poseo. Pero
mientras cuentas tranquilo de una de ellas,
en silencio reflexiono en mi cabeza.
Yo no puedo convertirme en esa pieza
que te lance de la tierra a las estrellas.
Prefiero esta tortura del testigo,
mirando atónito el asesinato,
de amores que no duran más que un rato
y que vuelves para compartir conmigo.
Queda sólo el consuelo del secreto
de saber qué hay detrás de tu agonía,
aún mates mi cariño con el eco
de anéctodas de noche por el día.
A escucharte pues, sin mayor anhelo,
ansiosa espero, con amor y celos.
No comments:
Post a Comment