Nov 29, 2009

por qué escriben los hombres I


Pienso en el hombre que escribe (o acaso el que pinta, esculpe, compone música). Debe, supongo, sostener un diálogo con él mismo que quizá el que no escribe no sostiene. Escribir es un ejercicio que compromete múltiples actividades, difícilmente el que escribe lo hace automáticamente o sin reflexionar en lo que piensa, y de ello, qué escribirá.

Pienso en los hombres que escriben que conozco. Creo que puedo identificar una diferencia entre éstos y los que no lo hacen, o al menos que no sé que lo hagan. Los primeros son más silenciosos, reflexivos, inteligentes (¿quizá?), y los segundos son más espontáneos, realistas, extrovertidos. El grupo es reducido, y no puedo extender mi percepción hacia los hombres que leo. No sé cómo son en persona, sólo puedo leer lo que escriben. Así que esto no es representativo de nada, es simplemente una percepción.

Del grupo de hombres que escriben, puedo distinguir también varios subgrupos de acuerdo con lo que creo que les motiva a escribir. Algunos escriben para desahogar sentimientos, otros para informar a la sociedad, y otros por perfeccionar la técnica del uso de las palabras. Supongo que el diálogo interior no se lleva a cabo de la misma forma en cada grupo. Todo dependerá de para qué o para quién se escribe.

Pero me es inevitable pensar en el preciso momento en que un hombre se sienta ante su cuaderno o computadora y decide comenzar a escribir. Más aun si nunca lo ha hecho antes. ¿Qué escribe? ¿Por qué decide escribir una cosa y no otra? ¿Por qué decide relatar de cierta forma lo que quiere decir? ¿Quién es antes de escribir y quién después? ¿Es un hombre diferente después de escribir? ¿Por qué? Aun cuando reciba un sueldo a cambio de escribir, aun cuando lo haga con prisa, aun cuando tenga listo lo que quiere decir, aun cuando el ejercicio no involucre una revolución de sentimientos y pensamientos, me intriga por qué escribe lo que escribe y por qué lo escribe de esa forma.

Nov 22, 2009

diferencia


No me importa no haberte visto estos últimos 6 años. Aunque no has estado aquí, por mencionar algunas cosas, me he acostado contigo todo lo que he querido y me has abrazado antes de dormirnos todas y cada una de las noches transcurridas. Me has tallado la espalda en la ducha y me has desabrochado la blusa cuando estoy trabajando en la computadora. Te he cocinado cosas deliciosas en casa y te he preparado café en las mañanas. Me has dicho que qué bien canto y que te cuente del libro que estoy leyendo. Hemos viajado juntos a decenas de lugares y hemos sostenido grandes charlas durante eternos recorridos de carretera. Y digo que no me importa porque -hablando de neurotransmisores- el cerebro no distingue entre los estímulos reales y los imaginados.

Nov 21, 2009

voyeur

Pensé en decirle: "Encontré tu blog. Es maravilloso. Lo leo siempre. Lo releo. No me lo imaginé. Estoy peor de como estaba. Ahora sí, estoy perdida por ti."

Pero no, prefiero seguir sin decírselo.

a veces

me vendría bien no tomarme tan en serio.

Cientos de argollas de matrimonio por todos lados.

Viéndolo friamente, podría llegar en cualquier momento. Podría terminar este estado de espera y de pronto convertirse en estado de no espera, en cualquier segundo. Ahora mismo, por ejemplo. Podríamos cruzar miradas y su voz podría escucharse una milésima de segundo después. Podría decir cualquier cosa. Terminaría esta situación súbitamente, repentinamente, violentamente. La espera podría terminar en cualquier instante, cualquier instante puede ser el último, casi es como si no existiera la espera. Como la ola sobre el arena. El agua de la ola que llega a la playa y nunca está sobre el arena porque a cada instante deja de estarlo. En realidad no lo está en ningún momento, pues en todos los momentos deja de estarlo. No hay más o menos tiempo de espera porque en cualquier momento se puede dejar de esperar. No hay fecha, no hay cita, no hay día de entrega. El tiempo no se acumula, sólo cuenta el instante. Y pasado este instante, el siguiente instante es de nuevo éste. Puede ser sólo una palabra, cualquiera. No se puede predecir el instante de la primera palabra. Y ese instante, que no llega, me parece tan real que me siento

sorprendida del instante
presa del instante
sometida al instante
olvidada del instante
ansiosa del instante
aterrada del instante
decepcionada del instante
indiferente del instante
escéptica del instante

Instante esperado, sin novedad, premeditado, predicho, predescrito, prepensado, preimaginado, presentido, previvido. Vivido mil veces en mi cabeza. Una palabra, cualquier palabra. ¿Viajas en este vuelo?, ¿a qué hora saldremos?, ¿qué escribes? Ya está. Estoy ahí: en el momento diferente. Termina el momento de espera. La vida cambia ciento ochenta grados, y todo lo que es ahora ya no es, y todo lo que no era, es. Y esta identidad cultivada, ¿se irá? ¿Quién seré cuando mi circunstancia ya no sea la que es? ¿Qué haré cuando ya no esté en el instante de la espera, cuando esté en el instante de la no espera? ¿Qué diré? ¿Qué pensaré de este instante de la espera? ¿Lo veré lejano, cercano, apenas hace un instante, ya hace una eternidad?

Cientos de argollas de matrimonio por todos lados.

Nov 9, 2009

cobarde


otro mundo frente a mí, y yo sólo quiero estar lejos, no siento nada. otra realidad, tan compleja, tan diferente, tan dolorosamente real, y yo sólo quiero el calor de las letras, el silencio, la compañía felina. el tiempo pasa lentamente. la selva aquí, desaparecida. plástico por doquier. gente, gente, gente. sigo perdida en el dilema de siempre. nada de esto parece tener sentido sin la pieza restante. quisiera borrar esa parte de mi cerebro. no he podido. he fallado. de intentar, me canso, y sigo fracasando.

no cualquiera I

Conocí a un hombre. Soltero, 35 años, (poquito) más alto que yo, inteligente, educado, buena posición económica, muchos viajes, amable, simpático, caballero. Me expresó su deseo de casarse y tener hijos. (Pero) me pareció citadino, (algo) ególatra, (otra vez, algo) conservador, urbano, y (quizá, perdón) poco sensible. Y pensé, no, no puede ser cualquiera.

revelado


Habían otros, ruido. Tu rostro, de pronto surgiendo entre los cuerpos, melancólico. Sin mayor meditación, lo tomé entre mis manos y te besé lentamente. Al separar tu boca de la mía, me miraste a los ojos impávido, "te esperaste porque quisiste", dijiste.