May 18, 2010


Me sucedía a veces, que había fraternidad y paralelismo, camaradería e independencia, libertad y respeto, un "que te vaya bien".

... y era yo, entre liberada y protegida, quizá protegida por liberada.

Me sucedía también otras veces, que había deseo y fuego, contraposición y enfrentamiento, miedo a la pérdida y cierta aprehensión, un "no te vayas".

... y era yo, entre temerosa y decidida, quizá decidida por temerosa.

Otrás más, la indiferencia me envolvía, lo veía tan lejano y desconocido, escéptica a nuestro vínculo improvisado.

... y era yo, completamente temerosa y protegida.

Y otras más lo sentía tan conocido y tan mío, tan cercano y tan conectado, tan lógico y natural, como debió ser desde siempre.

... y era yo, completamente decidida y liberada.

May 15, 2010

desviaciones


...y por debajo de todo esto, del nuevo trabajo, de la mudanza después de tantos meses (años) queriendo salir de aquella ciudad, me encontré a mí misma debatiéndome entre el deber y el querer, y dentro del querer, el querer lo mío o lo nuestro...

Y es que de pronto los sueños habían perdido sentido. Tanto tiempo que mi energía apuntó a la casa autosuficiente, despertar con el amancer y los gallos, un baño seco y el huerto, y la vida de la permacultura... se había desgastado todo poco a poco, y otras cosas habían intervenido en el plan, haciéndolo menos asequible, más distante, más sueño y menos posibilidad... Y nunca supe resolver el detalle de hacer ese proyecto individual útil a los demás.

El trabajo tampoco era exactamente lo que había pensado. Me seguía manteniendo inquieta mi amigo de la selva, y mi auto-asignación de ayudarle, de generar algún sistema que le proveyera de ingresos. Él seguía mostrando interés, pero las posibilidades no parecían viables, la distancia era grande, y seguía yo sola en el asunto. Aún con el plan de GOL, las actividades estaban pensadas para una ubicación lejana a donde él estaba... Y el plan aún no daba color de cristalizarse.

Al menos había desechado la opción de aquél trabajo extenuante que prometía llevarme de nuevo a ese ritmo de marchas forzadas, insertada en un mundo intelectual y abstracto que ya me había chupado el cerebro por un lustro, y al que no le veía más sentido. Y sin embargo, desechar esta opción podía tener su costo a futuro, excluírme de la investigación y hasta de la academia. Era un cambio de rumbo más grande de lo que se alcanzaba a apreciar en primera instancia, pero simplemente, en este momento, me parecía una opción tan hueca, que por ello se tornaba riesgosa, y no quería volver a caer en ese rincón oscuro dónde ya había estado.

¿Entonces, a qué valía la pena dedicar la vida?

Hace algunos posts había dicho que a la vida. Me parecía muy claro en ese momento. Pero ahora había llegado él y lo había cambiado todo. Aún así me había ido de la ciudad -una coincidencia tan cómica como desafortunada- y había seguido con el plan de perseguir dar mi vida a la vida. ¿Qué clase de broma del destino era ésta? ¿Estar en una ciudad tan sosa como estéril por 6 años, y pocos meses después de salir, encontrarse en un encuentro tan sabroso como fértil, atado al mismo punto geográfico? Definitivamente, la broma no me hacía gracia.

Traté de soltar un poco las riendas. Al fin y al cabo, el dilema se reducía al miedo de decidir algo que me rindiera insatisfacciones. De nuevo esta ideología heredada de elegir siempre lo mejor de lo mejor y recriminarse siempre los errores. La incisiva cautela antes de las decisiones, la extrema planeación, la condena al que ha decidido mal, el eco en el tiempo de los errores cometidos… Era esto, más que la decisión en sí, lo que me angustiaba. Intentaba hacerlo, pero no lograba fluir.

¿Cómo desprenderme de esta angustia? ¿Cómo sentirme satisfecha con la decisión? ¿A qué naturaleza obedecer? ¿A la emoción, a la añoranza, a la comunión? ¿A la eficiencia, al trabajo, a la entrega? ¿Cómo comprometerme libremente con la decisión? ¿Cómo decidir y respirar tranquila, sin que el fantasma de las mil opciones pasadas me visitara antes de dormir? ¿Por qué no lograba decidir mejor conforme pasaba el tiempo? ¿Por qué no lograba integrar la emoción y la razón a las decisiones? ¿Era todo tan parcial cómo parecía, o era esto una construcción mía?

Me sentía perdida y sola.

May 10, 2010

ola y mujer


Tanto esperé tu llegada. Hablé contigo en mi cabeza mil diálogos silentes. Te imaginé exactamente como tú, y nada parecido. Supe que serías justo así, y no me lo imaginaba.

Y aquí estás ahora. Llegas como ola tan alta que da vértigo, violenta y sin reparo. Te estrellas en la playa con toda tu fuerza y ruges. Anulas todos los silencios y los ruidos, y eres sólo tú en este espacio, este momento. Te observo silenciosa. Trato de decir algo vano, pero tu estruendo me desplaza y me intimida. Me has quitado la voz. Te observo silenciosa. Tanto te he esperado... Supe que serías justo así y no me lo imaginaba.

Empiezo a jugar un poco con la arena, te imaginé mil veces, y me has descubierto de improviso. Pero me tocas los pies, tú-burbuja, espeso y blanco como nieve. Me acaricias y reposas, disfrutas y permaneces. Puedo verte y escucharte, tu brillo me ciega, es el día. Te miro entonces y te aprecio. Refulges con consistencia airosa, mil esferas vacías, con poder de prisma. Diáfanas, etéreas, oníricas, efímeras. Ya quiero tenerte, ya tocarte, ya llevarte, ya servirte, ya escucharte siempre y que me escuches. No haré caso de la arena, siempre y cuando sigas burbujeándome los dedos...

Pero te vas, te regresas. ¿Cómo, tan repentino? Tú en espuma no decides, lo veo claro. Tú en resaca jalas fuerte, de regreso, implacable, succionas y te llevas a tí todo. Retrocedes a tu fondo, y te ríes al partir con mil teorías. Soy ola, soy espuma, soy resaca, soy fondo. Soy el movimiento del agua con la Luna. Soy estruendo y ffffssss y succión y silencio. Te alegras, lo festejas. Eres todo fenómeno y proceso, me demuestras. Te miro con misterio y (auto) desconfianza, con un dedo en la boca y los ojos muy abiertos. ¿Me revolcarás si cedo? ¿Me ahogaré entre tus capas y corrientes? Casi te has ido del todo y sé que volverás a rugir en poco tiempo. ¿Cómo pued- ...? No he podido terminar la frase.

De nuevo tú ya fluyes. Y a mí el arena ya me sube a los tobillos tras tu encuentro.

fantasma de la tarde


Cae la tarde y aquí estás.
Ya sé.
Me has dicho que no tiene caso,
y tienes razón.

Pero hay algo en
la claridad lánguida del cielo,
el estático aliento de los vientos,
el vuelo de regreso a casa,
el canto que en susurro nace,
el reflejo opaco de las hojas,
la sombra ausente de las cosas,
el ladrido lejano de los perros,
la queja de madera abandonada,
de la piedra y de la casa el frío,
la bombilla con incandescente brillo,
y el quedo y errático estallido,

que,
aún sin caso y con razón,
cae la tarde,
y aquí estás.

May 7, 2010

_ _ _ _


U
na parte de mí notó cuánta falta me hacía. Cuán necesario y saludable es, como alimentarse, como respirar, como moverse. Cuán agradable es, como alimentarse, como respirar, como moverse.

Otra parte de mí se sorprendió de verse (no) involucrada, en nuevos términos: sin asociaciones sentimentales, improvisada y efímera, sin miedos de pérdida o nostalgia prematura por el mañana desértico, sin tu cuerpo.

Otra más notó lo inalienado del filo del deseo, intacto, cortante, indomable, liberado. Pero notó también el paso del tiempo en la fuerza, la elasticidad, la versatilidad, y la resistencia de mi cuerpo.

Y otra más, por último, notó simplemente, una y otra vez, lo grato de pasar la noche entre tus brazos y que despertaras a mi lado.

De nuevo, me reconocí la misma y a la vez, otra, nueva.

el encuentro


Te columpias cerca del centro y con lento oscilar pausado. En tu pendular me revelas la dimensión de mis desvaríos y extremas perspectivas distorsionadas. Pones todo en relación y se manifiestan las falacias y exageraciones. Tienes el poder de hacerme descubrir mis falsas pretensiones, sólo con tu actitud, con tu punto de vista. Me doy cuenta ahora: tantas cosas que usé como herramientas de poder y manipulación, tratando de ocultar mi debilidad con furia y fuerza huecas. Simpre queriendo dar el primer paso y llevar la batuta, siempre actuando con falsa decisión de papel en llamas que arde un segundo y se vuela en cenizas impotentes. Tú, en cambio, tan firme y bien plantado en tu cristalina naturaleza, ahora todo lo arrasas y sólo dejas en mis manos la verdad desnuda. Eludirla es imposible.

Tardé un poco en definir la sensación de ese primer encuentro entre nosotros. Me parecía indefinible y sui generis, y decidí guardar silencio antes de definirlo con premura. Pasados unos días se revelaba poco a poco la sensación experimentada. Primero la eliminación de referencias: no era nada parecido a lo anterior. No era frescura ni novedad. No era intimidación ante una fuerza mayor y por ende una rendición improvisada. No era tampoco amor. No parecía estar más cerca de definir la sensación, era inasible, como inasible eres con tu naturaleza etérea.

Pero sútilmente aparecieron poco a poco los matices: el primero, el de la falta de accesorios psicológicos, una franqueza física deprovista de intensiones secundarias. El segundo, el de la neutralidad, el de la cortesía democrática, la sugerencia y la recepción con el mismo peso en la balanza. El tercero, el de la naturalidad y la fidelidad a la biología, al impulso, al instinto, al método, al ritmo, al fin. El cuarto, el del cuidado y la compasión amorosa, la consideración, la humanidad, la calidez, el beso.

Eran en conjunto un mensaje claro: no era el encuentro una herramienta de poder ni una oportunidad de demostrar fuerzas relativas. Era un momento de comunión y abandono, de absoluta sensación infinita, atrapada en unos minutos de acrobacia, sin mayor trascendencia que la gloria de ser humanos. Juntos.

May 4, 2010

solicitud I


Querido:

Perdona por favor el despliegue despiadado de mis polillas en tu casa, cómo las dejé por ahí royendo esto y aquello, estorbando a tus pasos libres y ligeros. ¿Les has abierto la ventana para que salgan? Me han seguido hasta acá y revolotean a mi alrededor, hambrientas. Las he ido atrapando en un frasco de vidrio poco a poco, para verlas más de cerca y estudiarlas. Si tan sólo pudiera convertirlas en luciérnagas.

Perdona esas palabras-murciélago que apenas dije, quise inhalar de vuelta a mi garganta, con la desesperación del que se quema con fuego. Perdona que fuera yo tan débil para dejarlas salir, innecesarias. Yo qué más quisiera que darte sólo palabras-mariposa y que sonrieras.

Perdona por favor también la decadencia de mi pequeña casa y su abandono, no es nadie responsable de ello más que yo. Me apena que la veas, algunas cosas no funcionan y es incómoda. Tu casa, en cambio, está impecable y perfecta, porque sí eres lo que dices, lo que sientes, lo que piensas. Yo todavía no logro acercarme a la coherencia y sigo llena de contradicciones, como tú alguna vez dijiste de tí mismo, pero yo en tí no las veo.

So pena de parecerte poca cosa, no puedo evitar pedirte estas disculpas. Y es que me aterra el trillado instante en que con claridad me veas y quizá decidas que no soy tan _______ como pensaste alguna vez. Así que, antes de que te des cuenta, voy poco a poco apagando tus velitas y así al final sólo tendrás que darme la razón y listo: todo ya lo habré desecho sola. Siempre me queda la esperanza de que veas sólo esos momentos en que sin pensarlo te digo lo que pienso y te convences de que no soy toda errores y mórula.

Por favor ténme un poco de paciencia, que puedo volar alto si me echas una mano, pero hace rato que no vuelo ni por el patio. Por favor no te desesperes. Estoy algo oxidada y tratando de aprender nuevas formas de planear, sin mayor esfuerzo que echar al vacío las alas anchas, que quiero creer que todavía tengo, aunque no recuerdo haberlas visto ya hace tiempo. No al menos las que necesitaré para no caer ahora.

Te abrazo.

indagando


M
e observo detenidamente. Poco me desconecto de la conciencia del hacer, pero a la vez se siente tan natural que parece el ser. Trato de ser-hacer/hacer-ser, casi no puedo distinguir entre ambos. El ser cae con todo su peso y aplasta el resto. Me sorprendo in fraganti en algún gesto artificial. ¿De dónde viene esta selección por un gesto artificial?, ¿qué es lo que estoy evitando con esa selección?, ¿por qué resulta la -entre comillas- mejor opción? La respuesta no es diferente de la de todas las preguntas del estilo. Está ahí muy en el fondo, un grillete apretado y cortante. He adelgazado el metal, pero no lo he cortado. Me pregunto qué estoy esperando para hacerlo. Inmediatamente lo noto: no sé cómo.

La lección me ha sido explicada claramente. Pero no parezco comprender. Me llevo los apuntes a casa y trato de repasar, pero no los logro asimilar del todo. Me siento perdida. Tengo miedo de fallar en el examen. Irónicamente, la lección se trata de no tener miedo de fallar. Lo que me recuerda que no he comprendido del todo la lección.

indagación


D
e pronto ha terminado el instante y me encuentro en una nueva realidad. Todo es extraño ahora. Me reconozco diferente, y a la vez la misma, con una mirada más ligera, y a la vez con lastres que no termino de soltar. El tiempo que ha pasado, no puedo verlo ni tocarlo, pareciera inexistente: tanto me negué vivirlo que ahora no hay registro de él más que un papel. Pero ya no tiene sentido pensar más en ello, ni sufrirlo -aunque esporádicamente se manifiesta con fuerza la herida de ese silencio-, parece que ha perdido sentido poner ese tema en la mesa. Y no me parece mal.

En cambio, me van sorprendiendo mis reacciones, casi como haber borrado un chip y tener uno nuevo, uno que todavía no sé bien cómo funciona, qué puede hacer, qué resultados arroja en cada comando. Muchas preguntas se han ido, tantas, que me he quedado sólo con las que no puedo responder. De alguna forma las otras han perdido sentido, los sabores y los sinsabores han perdido sentido y razón de ser. Pareciera invadirme algo más grande que me deja callada, y al instante de querer decir algo, mi yo silencioso hace un gesto enérgico de guardar silencio. ¿No quedamos que esas preguntas no procedían más?, le dice a la que quiere hablar.