Jul 27, 2009

los amantes


Los amantes jóvenes se encuentran en el bullicio de la vida. Su energía es tanta que confunden el amor y el odio, el deseo y la ira, el hoy y el destino. Son como dos flamas agitadas que se funden, consumiendo todo a su alrededor. Dónde acaba uno o dónde empieza el otro no se distingue más. En su mundo de niños-adultos cometen errores que a los viejos les parecen estúpidos. Los amantes jóvenes son odiosos e inseparables, se mimetizan en un gemido, en una risa, en un sobrenombre ridículo, en un gesto de amor trillado. Comparten su breve pasado como anécdotas de un cómic, defienden sus opiniones a capa y espada, y miran el barco de su amor como inundible. Y así juntos comienzan el camino. Pronto abandonan los gestos infantiles y se pierde también ese brillo inocente de los primeros años. Aún jóvenes, se hablan ya como un matrimonio viejo, y se conocen tan bien como los abuelos. Se procuran mutuamente los pequeños gustos de la vida, ¿quieres tu cobija?, ¿te traigo tu café? Conocen sus esquinas angulosas y las esquivan. Mejor no ir por ahí, pelea segura. Queda del pasado febril el recuerdo y ese eco de la pasión fulminante. Hacen el amor con más amor y menos sexo, y conocen cada recoveco de su cuerpo y su cerebro. La conversación se termina pronto. Nada que descubrir si es que son testigos mutuos desde que eran casi niños. A veces no queda ningún espacio de uno donde no haya estado el otro, no hay secretos ni intimidad, todo está ventilado en el cuadrilátero. Y no pueden crecer ya mucho, saben que la verdadera naturaleza de cada uno está registrada en los archivos mentales del otro. Se conocen demasiado bien. ¿Ahora resulta que no fumas?, ¿y qué te picó que te despertaste temprano? Y la prisión se vuelve evidente: no hay forma de renovarse cuando el mundo conoce perfectamente su esencia.

Los amantes viejos se encuentran bien entrada la tarde de la vida. Han vivido duras soledades, rupturas, abandonos. Han aprendido lecciones valiosas, cada uno las suyas. Ese amor loco que te ciega y te consume no es real, no existe. Entran al amor con cautela, se toman su tiempo para conocer al adversario. Y por aparte, cada quién conoce su lado oscuro, y sabe bien como ocultarlo. Se respetan a sí mismos, saben que pueden prescindir de todo y de todos, pueden no tener miedo. Tardan tiempo en cocinarse. Los amantes viejos son críticos y concientes, mantienen una distancia que les da seguridad e independencia. Pero si tienen el valor de salir de su cómoda soledad y amarse, emprenden un nuevo camino. Pueden compartir muchas cosas, la conversación es larga. Pueden hablar claramente y saben por qué opinan lo que opinan. Se guardan los detalles de la historia que no quieren compartir con nadie. Los amantes viejos pueden llegar a amarse, o sólo a acompañarse. Hacen el amor con más sexo y menos amor, y no les sorprende nada, pues han estado en muchos cuerpos, en muchas camas, de muchos ánimos. Pero fácilmente descubren qué es lo que busca el otro en ellos, y pueden manipular libremente lo que muestran de sí mismos. Le gusta que use esto, le gusta que haga lo otro, esto no tiene por qué saberlo, esto le gustará saber. Embonan como dos piezas que no se sorprenden de la embonadura. Les asombra su falta de asombro.

Los amantes libres se encuentran en la misma sintonía. Saben a la perfección cuando se encuentran. Se conocen y se reconocen en lo que soñaron. Se descubren sin juicio y con asombro, y se esfuerzan en amarse y recibirse con alegría. Se encuentran maravillosos y diferentes, y se respetan ante todo. Se dejan ser y se admiran de las elecciones de cada uno. Se aplauden los aciertos y se confortan en los fracasos, actuales o anteriores. No se piden nada. Se comprenden con lo bueno y malo y se aceptan como son. La puerta siempre está abierta y nunca existe la seguridad de que permanezcan juntos, pero esto no los abruma. Los mueve un ideal y un valor humano profundo, más grande que la simple satisfacción personal. Y así emprenden el camino de la forma más natural posible. A veces hacen el amor y a veces tienen sexo, según el ánimo y el tiempo. No usan máscaras ni estrategias, están prohibidas en el juego. Se dicen las cosas pronto y abiertamente. Se dejan caer lentamente en un túnel sin fin que no repite ningún modelo. No siguen estereotipos ni se encasillan mutuamente en ideas prefabricadas. Crean su propia historia contra todo y todos, y un mismo sueño los mantiene unidos. A veces pueden prescindir de papeles, de etiquetas, de símbolos, de presentaciones. Algo más fuerte y más grande les dice que nada hace falta para confirmar que se aman. Se enfrentan a sí mismos y a sus miedos y fantasmas. Si dudan el uno del otro recuerdan que ese es el riesgo de la libertad. Se desean siempre lo mejor, aún si no es juntos. Se re-descubren muchas veces durante su vida. Nunca se aburren el uno del otro. Y poco a poco construyen algo tan fuerte y tan sólido que nadie comprende mejor que ellos, ni siquiera sus hijos. Así mueren sin dejarse de amar, pensando en volverse a encontrar.

Jul 16, 2009

para sentir, imagino


a veces pierdo toda perspectiva
y simplemente te imagino aquí conmigo.
No me ocupo de darte realidad ni pensamiento,
sólo el efecto tuyo en mí.

A oscuras tras mis párpados...
Siento.
Tus manos sobre mi espalda y tu beso
en mi cuello y mi cabello en tus mejillas.
Y tu voz que me dice "ya descansa".
Y mi cerebro que esperaba tus palabras.

Y sigo escribiendo pero...
Siento.
Mis pies sobre la alfombra y la luz
ámbar que te ilumina el rostro.
Tu pecho de cobre, firme,
y tus brazos de oro, de hierro.

(suspiro) Aún otro verso más y...
Siento.
Tu olor en mi cara y tu lengua
en mi lengua y mis labios
en los tuyos,
y reconozco
que imaginarte y escribir a un tiempo
se torna difícil

(se va el papel).
Sólo quedas tú en mi cabeza,
haces lo que hacías.
Es como cuando era.
Me sentía viva.
Cuando eras mío y yo tuya.

Y te siento tan real
que paso la noche en tu compañía
y al amanecer -seguro-,
con esa energía extraña de las mañanas grises,
me tomas de nuevo y me desnudas,
y me siento nueva.

Despierto con un grato sabor en la cabeza.
Te imagino despertando al despertar y...
Siento.
Que amanecemos por milésima mañana,
que ya (hace tiempo) se ha ido el misterio y el enigma,
y que sólo queda el hogar y su
modesta familiaridad arrasadora

(vuelvo al papel).
Entonces me sorprendo, al darme cuenta.
Sin importar todo lo otro,
todavía,
me gustas tanto.

Jul 10, 2009

si no fuera


Habito la prisión de mi perspectiva. Sólo puedo ver el mundo a través de mis ojos, no puedo entender de qué se trata todo esto en realidad. Si pudiera verlo desde los ojos del otro, si pudiera ver el mundo desde otra niñez, desde otro estado de ánimo, desde otra latitud, desde otro lenguaje, ¿entonces cómo sería el mundo para mí?

Y lo que (en orden indistinto) pienso, creo, siento... Lo que considero correcto, lo que no, lo que quisiera tener cerca, lo que no... Todo ello, ¿por qué? ¿Seguiría pensando que cierto destino sería el mejor, que otro diferente no lo sería tanto, que eso que le pasa a otros ojalá me sucediera a mí, o que ojalá no me sucediera jamás? Seguramente pensaría algo totalmente diferente a lo que pienso hoy.

Y los deseos que me aprisionan, cuya insatisfacción me angustia: que si ocurriera tal cosa, que si encontrara a tal persona, que si llegara tal momento, entonces por fin, sería precisamente eso lo que faltaba, y entonces estaría todo claro, todo tomaría sentido.
Para liberarme de mis deseos, tendría que abandonarme a mí misma. ¿Y cómo abandonarme a mí misma?.. ¿Tendría el valor de hacerlo?

Si soy lo que soy porque otros son lo que son, no soy así porque así lo quiera, sino porque lo he aprendido así. Lo que soy está arbitrariamente asignado a esta existencia, la mía. En realidad no soy nada más que el producto de la replicación de un modelo, generación tras generación. Difícilmente puedo decir quién soy sin mi época, cultura y educación. Estoy definida por mi carga social.

¿Exagero? ¿No tiene sentido cuestionar el sentido? No importa. La marca que dejan algunas preguntas es indeleble, regresar a lo conocido es traición e hipocresía, mentira y cobardía.

Jul 2, 2009

corazón crédulo

Ayer soñé contigo. Todo era un poco confuso, había personas que hablaban, relaciones que ocurrían, interacciones, movimientos. Lugares que cambiaban, la luz, el día, la oscuridad, la sombra. Pero algo estaba claro, tú me querías. Me sentía contigo tan cómoda como en mi propio cuerpo, y no tenía que pensar en nada, ni pensar en lo que tú pensarías de lo que yo hiciera, de las palabras que usara, de los gestos que pusieran en mi cara un sentimiento. Tu mirada era afable y cordial, amistosa y tranquila. Tu cuerpo reposaba a la espera de mi compañía, sin prisa y sin urgencia, con un deseo constante y sólido que no acababa nunca. En la confusión, yo pensaba muchas cosas que a la vez no eran nada. No puedo recordarlas. Pendientes, algo que decir a alguien, un lugar que "debía" ser visitado por una u otra razón, obligaciones, responsabilidades. Pero yo sabía que al final de todo, cuando todo ello acabara, yo podía ir contigo y estar en casa. Y al final de la jornada, que duraba muchas horas, yo pensaba que iría hacia tí, como tantas veces en el día lo había pensado, y no era un sentimiento de alivio o de triunfo. Era simple pertenencia. Me acercaba a donde tú estabas, me mirabas tranquilo y me decías algunas palabras amistosas. Sonreías y no parecías preocupado por nada. Estabas seguro de tí mismo. Y yo hasta entonces sentía que todo el exterior por fin quedaba afuera, y que nada de lo que resultara de los acontecimientos de la jornada importaba ya. No había en mi corazón un brinco de ánimo alegre, o en mi sangre un pulso sediento y urgente. Yo por completo era marea baja, desierto silencioso, bosque al viento. Y por fin, al acomodarme entre tus brazos ocurría el silencio, me invadía una alegría enorme, una seguridad arrolladora, "por eso estoy aquí", pensaba, "por eso existo". Y entonces todo tenía sentido, toda yo era una razón, y podía claramente separar el mundo de los hombres del mundo de dios.