May 21, 2012

todos: uno


Esto sí nunca creí que pasara.  Se estaba desmoronando todo mi orgullo, casi, casi todo.  Sólo me quedaba la espinita de los viveros, de los viveros de selva. Pero analizando un poco el origen de la espinita, ésta se difuminaba y se hacía claro que no era original, auténtica, sino implantada por esas épocas de adopciones arbitrarias de gustos y misiones.  Así que lloraba un poco e inmediatamente eso también se iba, con todo lo demás.  Con la preocupación de lo que sucediera, con el miedo al fracaso absoluto, con el rechazo a la incertidumbre.  Y cuando alguien me preguntaba, ¿qué vas a hacer?, ¿pero cuál es tu plan?, ¿y luego qué harás?, me limitaba a buscar palabras que sonaran lógicas según la estructura de una oración en castellano, trataba de dar a mi interlocutor algo para hacerlo sentir respondido, resuelto, y por dentro mío, sentía el placer secreto e íntimo de flotar en la incógnita absoluta, en el vacío de planes e ideas, y me concentraba aún más en identificar cualquier expectativa, y borrarla por completo, así fuera emocionante y positiva, no, borrarla, desaparecerla, y volver a dejar todo blanco.
...y mientras me ponía de pie, con la sangre escurriendo por la pierna, a través del tonrniquete, sentí como si entrara y saliera de un sueño, como si mirara mi cuerpo deshacerse sin remedio, y pensara, todos se van a preocupar mucho si algo me sucede, más me vale remediarlo, pero si algo me sucediera... y sentía un placer secreto, una fiesta en la desaparición, una sorpresa tan grande que sólo un segundo después se nota que es agradable.  No exageres, pensé, no vas a morir por una cortada, pero si no te apuras, puedes meterte en un lío mucho más grande, y entonces sí, vas a vivir esa pesadilla de perder una parte del cuerpo.  Me recorrían escalofríos sólo de imaginarlo.  Y de nuevo entraba al sueño y preguntaba, "pero, esta persona que me dicen que sabe coser, ¿está muy lejos?", y me daba a la tarea de llevar a mi cuerpo al lugar que fuera necesario para curarlo.  Como si mi alma cuidara a mi cuerpo por consideración a estos humanos que me quieren, y yo los quiero también, en mi dimensión humana.

clareando

Era curioso. Depués de tomar aquel curso, todo había cambiado un poquito más. Hasta hace poco pensé que ya nada cambiaría, pero de nuevo se movieron las concepciones y me encontraba en un lugar diferente del anterior. Se me habían aclarado tantas dudas. Las coincidencias, la suerte, los fantasmas, la intuición.  Ahora podía comprenderlo todo. Me sentí feliz, más unida con todo lo que existe, parte de la infinidad de entes existentes, como uno más. Pude ver los árboles y no distinguirme de ellos. Pude ver a los animales y comprender por fin que el instinto no es todo. Era una solución muy elegante. Siempre estuvo la respuesta ahí, ante nosotros, pero poco pudimos atrevernos a intentar comprenderla. Los otros se mantuvieron entretenidos con todo el fenómeno, creyendo que la vida, así como la vivimos los humanos, es real y es la única verdad. ¡Qué lejos estaba de la verdadera esencia de la vida!