Apr 4, 2014

cleopatra

Desde muy pequeña, establecí una relación muy cercana con los libros.  Tuve libros pequeñitos para la mano de un niño, llenos de lecciones y moralismos para formar el criterio de un joven ser.  Tuve otros de cuentos de ficción, fantasías, llenos de ilustraciones  Yo hacía todo tipo de interpretaciones y conjeturas al mirar las ilustraciones, y me quedaba largo rato estudiando los detalles de las imágenes.  Recuerdo un libro que tuve sobre bestias mitológicas, el Kraken, el Minotauro, el Ave Fénix, y eran muy breves los textos que acompañaban a las grandes ilustraciones. Tuve otro libro de leyendas dónde venían, por ejemplo, Tristán e Isolda, Semiramis, Rómulo y Remo, y otras.  Estas historias, a pesar de que yo no comprendía muy bien el mensaje de los textos, me ayudaron más tarde a interpretar la realidad, y sí, como dice el cliché, mis modelos de éxito, pareja, felicidad, plenitud se forjaron en gran medida en torno a las historias que ahí se relataban.

Recuerdo una especie de enciclopedia para niños dónde se describían las vidas de los personajes históricos, y, para mostrar al lector cómo eran sus vidas, se incluía un cuadro de algún pintor famoso. Ahí estaba el cuadro de Cleopatra, que se suicida por mordedura de serpiente.  Yo no comprendía quién era Cleopatra y por qué en el cuadro aparecía como una mujer blanca gordita, y no como las ilustraciones egipcias de los muñecos bidimensionales.  Pero eso no me era atractivo o repulsivo especialmente.  Lo que me volvía loca, era mirar el blanco pecho de la mujer recostada, la mirada lánguida y la cabeza caída, mientras brillaba el perfecto y voluptuoso -muy erótico- seno desnudo, y ahí mismo, a unos cuantos centímetros, la cabeza de la serpiente oscilando.  Ella misma, tomando a la serpiente con cuidado, me daba la sensación de ser amorosa con el objeto de su dolor y su muerte, no había un rictus de tragedia, ella parecía disfrutarlo. La escena me causaba una excitación y efervescencia.  ¿Se identificaban ya mis receptores de masoquismo?