Dec 20, 2012

la traición

El libro de Lise Bourbeau bien describe la herida de traición.  La herida de traición está inflingida por el progenitor del sexo opuesto y se crea debido a un complejo de Edipo no resuelto.  La atracción entre el progenitor del sexo opuesto y el niño es tan grande, que el niño busca inconcientemente seducir al progenitor del sexo opuesto, y cuando esto no sucede, el niño se siente traicionado.  La máscara que corresponde a una importante herida de traición es la del controlador.  El controlador buscará a toda costa controlar todas las variables a su alrededor para evitar ser traicionado, y si por casualidad se encuentra con situaciones en dónde se siente traicionado, puede enfurecerse con facilidad.

Mi herida de traición es importante y así lo demuestra mi cuerpo, pues mis caderas son prominentes y  mi trasero también.  Sin embargo, recientemente, he podido apreciar que mi herida de traición se ve acrecentada por la de mi mamá, que tiene una herida de traición aparentemente importante.  Estos meses me he dado cuenta de que sus suposiciones sobre los motivos por los que los demás hacen o deshacen las cosas son generalmente en torno a engañarla, abusar de ella, mentirle, sacar provecho, etc. Así, declara con toda seguridad que tal o cual persona está mintiendo, o dice lo que dice con el objetivo de engañarla, o engañarme.

Sus palabras resuenan en mí de una forma desagradable.  Yo quiero confiar, yo confío, pero ella me llama a desconfiar, a dudar, y, callada, termino concluyendo que no tengo buen sentido de apreciación (mi propia inseguridad toma su lugar aquí y me cuesta mucho desvanecerla).  Si me descuido, yo misma quiero controlarlo todo, controlarla hasta a ella y a su herida de traición.  Me provoca decirle "ya no pienses así, piensa de esta otra forma"... e inmediatamente me doy cuenta: si yo quiero que ella piense de determinada forma, esto también es control.

Lo siguiente que hace es culparse por todo lo que sale mal (también un rasgo del controlador).  No debió decir esto o aquello no hubiera pasado, no debió hacer aquello y así esto no hubiera sucedido.  Me dan ganas de salir corriendo y gritando por la calle, ¡no todo es tu culpa, no todo es tu culpa!!!!!  Realmente resuena en un lugar incómodo dentro de mí. Mi propio trabajo con la culpa es profundo y constante. Me cuesta mucho trabajo superar las situaciones dónde la persona siente que tiene toda la culpa (se condena sin segunda oportunidad) o aquellas cuando la persona no se hace responsable de nada (en ese caso resuena en mí la traición del que no responde por sus actos).


Todavía no sé cómo trascender esto.  Pero lo voy observando más de cerca, cada vez más de cerca, hasta que pueda verlo claramente, y resolverlo.

la caída de los modelos

Otra cosa interesante que me ha sucedido recientemente es la absoluta caída de los clichés y modelos a los que tanto tiempo apelé como símbolos de la felicidad perseguida.  Eso de cenar en la playa con velas y con música romántica me parece igual que sentarse en una banca a charlar sin vista alguna.  Eso de recibir un anillo como símbolo de unión de vida a otra persona me parece igual que acordarlo de cualquier otra forma que no necesariamente tiene que ser sorpresa, romántica o en algún lugar caracterizado por su encanto para ello.  Eso de realizar un proyecto con "éxito" me parece igual que realizar cualquier otro, aunque no necesariamente se produzca un bienestar muy grande para muchas personas, o mucha abundancia o ganancias para los participantes.

Y esa caída de los modelos simbólicos me ha permitido disfrutarlo todo, aceptarlo todo, abrazarlo todo, sin compararlo con nada para catalogarlo en una escala de valores.  Sentirme completa en todo instante, sin playa, sin anillo, sin proyecto.  Sentirme completa con vida o sin ella.

experimentar confianza

Es muy curioso.  Desde que tomé esta terapia entre espiritual y emocional en marzo o abril, me he sentido en general bien, no tan abrumada por la vida.  No fue un cambio inmediato, es algo que ha ido sucediendo gradualmente, al menos en este tiempo de días, semanas y meses. Aunque he tenido mis momentos de angustia, han sido manejables, una parte de mí que no conocía parece conservar la calma y no pasa a mayores la situación.  Algunos momentos después me doy cuenta de que todo ha retornado a la normalidad y aquella otra parte de mí no se siente mal más.  ¿Qué ha sucedido realmente?  No lo comprendí hasta hace algunos días, mientras leía el manual que me instruye a ser terapeuta del mismo tipo de terapia que recibí.

En el manual, la autora especifica que, durante una sesión de terapia, el terapeuta puede insertar sentimientos en la persona que recibe la terapia que ésta no haya experimentado nunca, y con ello, darle la oportunidad para sentir estos sentimientos conocidos pero no experimentados.  Así que algunos sentimientos que me fueron insertados durante los cursos y terapias que tomé bajo los principios de este método sonaban conocidos para mí, pero ignoraba si los había experimentado alguna vez o no.  Así, "sé lo que es y lo que se siente estar siempre conectado con el Creador", u otro, "sé lo que es y lo que se siente saber que puedo confiar en el Creador", y aún otro, "sé lo que es y lo que se siente confiar en mí misma", "sé lo que es y lo que se siente amarme a mí misma", "sé lo que es y lo que se siente saber que nunca me falta nada y siempre estoy con el Creador", y así otros tantos, me fueron insertados.

Y hasta que leía el manual me di cuenta de que eso justamente es lo que había pasado y estaba pasando.  Me siento mucho mejor, alegre, ligera, confiada, acepante de mi vida ecléctica como es y sin plan para la siguiente temporada, y es eso justamente, todos esos sentimientos que yo conocía pero nunca había experimentado. No sabía cómo describir la sensación, sólo atinaba a expresar "me siento bien", pero no es "bien", sino es una especie de silencio-calma-contentamiento que me llena desde el fondo, y casi no se puede explicar.  Quizá el sentimiento más sobresaliente de todos es éste: no importa lo que pase, tengo una confianza arrasadora de que todo estará bien, una especie de seguridad álmica, profunda y contundente, que se va por ratos cada vez más breves, y regresa como olas que van creciendo, hasta que revientan en la orilla y lo mojan todo, todo, todo. 

pasajero

Me sucede a veces que estoy en un lugar cualquiera, sola o acompañada, y de pronto me viene una nostalgia sutil, que siento hasta el fondo del cerebro, atrás, por un hombre que nunca conocí, no sé si soy yo en otro tiempo, o quién es, y lo veo con una piel blanca y un traje oscuro, una bufanda o corbata gris y un semblante preocupado, con poco pelo de un color castano claro, y va con prisa y angustia hacia algún lado.  Es por centésimas de segundo que puedo percibirlo, aunque no lo veo, y puedo sentir su angustia y su prisa y su incomodidad y su sensación de no pertenencia.  Y al segundo siguiente se ha ido todo y estoy de nuevo en el mundo del polvo y el ruido, el tráfico y la calle.