Mar 26, 2010
polvo al polvo
Ven, acércate. Traspasa el vapor del tiempo con tus ojos. Mira mi alma sin parpadear, mira mi vida, mira mi corporiedad. Lanza al suelo el reloj y las razones, ya habrá tiempo para eso. Que haya nacido ayer el mundo en tu cabeza.
Ven, acércate. Vuélvete sol y agua, evapórate conmigo. Encarcélame con fuerza y con confianza. Emprende el viaje por mi espalda y mi cintura, toca mi pecho con deseo terreno y olvídate de mí. Quédate sólo contigo y tu latir acelerado.
Ven, acércate. Rompe el silencio con susurro de brisa por mi cuello. Vive de mi oreja y mis cabellos. Vete perdido en el laberinto de mi piel, intoxícate a morir de mi sudor. Dime a dónde ir sin titubeos... Yo te seguiré obediente. Indefensa. Feliz. Dispuesta a complacerte.
Ven, acércate. Deja caer los tiempos y tu cuerpo encima mío. Asfixia mis nudillos con los tuyos y encuéntrame como la tierra. Húmeda, vasta, doliente, generosa. Húrgame y descúbreme. Cierra los ojos y vete planeando al vuelo, entre pinos verdes y precipicios, sin retorno.
Ven, acércate. Reposa tu conciencia en mi pecho y tu brazo en mi cadera. Sueña y recupérate. Acomódate un poco y sorpréndete de encontrarme ahí, a tu lado. Escúchame respirar, soñar contigo, con abismos y con girasoles, rendida por tu fuerza.
Ven, acércate. Mira el alba despuntar con gris ardiente. Siente la sangre tomar vida y destino. Alégrate de estar vivo y celebrarlo. Con cuidado, encuéntrame, interrúmpeme, despiértame. Es lo único que quiero.
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