
Ven, acércate. Traspasa el vapor del tiempo con tus ojos. Mira mi alma sin parpadear, mira mi vida, mira mi corporiedad. Lanza al suelo el reloj y las razones, ya habrá tiempo para eso. Que haya nacido ayer el mundo en tu cabeza.
Ven, acércate. Vuélvete sol y agua, evapórate conmigo. Encarcélame con fuerza y con confianza. Emprende el viaje por mi espalda y mi cintura, toca mi pecho con deseo terreno y olvídate de mí. Quédate sólo contigo y tu latir acelerado.
Ven, acércate. Rompe el silencio con susurro de brisa por mi cuello. Vive de mi oreja y mis cabellos. Vete perdido en el laberinto de mi piel, intoxícate a morir de mi sudor. Dime a dónde ir sin titubeos... Yo te seguiré obediente. Indefensa. Feliz. Dispuesta a complacerte.
Ven, acércate. Deja caer los tiempos y tu cuerpo encima mío. Asfixia mis nudillos con los tuyos y encuéntrame como la tierra. Húmeda, vasta, doliente, generosa. Húrgame y descúbreme. Cierra los ojos y vete planeando al vuelo, entre pinos verdes y precipicios, sin retorno.
Ven, acércate. Reposa tu conciencia en mi pecho y tu brazo en mi cadera. Sueña y recupérate. Acomódate un poco y sorpréndete de encontrarme ahí, a tu lado. Escúchame respirar, soñar contigo, con abismos y con girasoles, rendida por tu fuerza.
Ven, acércate. Mira el alba despuntar con gris ardiente. Siente la sangre tomar vida y destino. Alégrate de estar vivo y celebrarlo. Con cuidado, encuéntrame, interrúmpeme, despiértame. Es lo único que quiero.
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