Creo que en este blog se ha escrito acerca de alguien durante muchos años. Creo que son 10 años o algo muy cercano. Han pasado dos años desde el fin de esa aventura de 7, que resultó la experiencia más escalofriante y enriquecedora de mi vida. Cuando regreso a mirarla, me encuentro con una mezcla de colores tan revuelta, que la única sensación certera al final es que no sé exactamente qué o cómo pasó algo o todo. Mi percepción es sumamente variada. Puedo observar la capa de mis juicios, desearme colocar en un lugar de víctima, o de ganadora, o de sacrificada, o de victimaria, o de lo que sea. Pero es eso, una capa de juicio. Es tan irreal como vestirme con un disfraz determinado.
Lo cierto es que en esos años las experiencias fueron muchas, el movimiento interior y exterior fue intenso. El intercambio de energía fue mucho y a muchos niveles. Las implicaciones son las que son. Hoy en día tengo 10 años más y los aprendizajes de esas experiencias. No tengo hijos y no sé si los tenga. Quizá por mi edad ese es el tema que me entretiene con más frecuencia. Una parte de mí siente que es un paso forzoso y necesario, como verme atraída por el polo opuesto de mi magneto interior. Otra parte de mí se da cuenta que mucho de lo que hay hoy se perdería con la llegada de un hijo. La vida se volvería para él o para ella, y ya son 40 años que la vida se trata de mí. No sería un cambio fácil.
Los dos años desde el final hasta hoy han sido oro puro. Gracias a todo el trabajo anterior con la terapia corporal es que he podido ir atravesando cada capa. Los momentos más escalofriantes de estar todavía en la casa de allá, durmiendo cada noche con un terror generalizado en el aire, agarrándome de mi respiración y orando por protección, fuerza y compañía.
Silencio a la espera de una voz
¿y si llegamos más lejos?
Jul 7, 2023
Jun 24, 2018
Pensamientos
Ahhhggggg, maldita sea. Otra vez repaso en mi mente cómo fue todo, qué hiciste, qué hice, qué sucedió. Otra vez no le encuentro lógica a esta obra, estos papeles que interpretamos sin haber ensayado antes ni una vez. ¿Qué estabas pensando?, ¿qué querías?, ¿alguna vez me amaste? Nunca viste que estaba ahí, ¿no es cierto? Mamabas y mamabas de mí entremetido en tus libros y tus trabajos, con los ojos fijos en el papel tras tus anteojos. Yo nunca estuve ahí ante ti. Ni siquiera estuve para mí. ¿Te das cuenta? Yo ni siquiera estuve para mí porque estuve para ti. Traté permanentemente de que estuvieras bien. Es enfermo, lo sé. Estar respirando, durmiendo, comiendo, haciendo todo para alguien más no es sano. Es estar bajo un hechizo de zombie, viviendo como un sonámbulo. Así vivía yo. Aunque te amaba, mi amor tropezaba continuamente en esa máquina de correr cuya banda no para. Nunca detuviste la máquina. No, creo que no. ¿O tal vez sí? Tal vez lo hiciste y no me di cuenta. Era demasiado maltrato. ¿Te das cuenta? (sí, lo sé, ya lo pregunté) Todo mal. Todo, todo mal. Desde el principio, ¿ves? No sé qué me sucedió. ¡Era tan infantil, tan inocente! ¡Fui directo a tus fauces sólo por desear enamorarme! Y tú... otra vez me pregunto si alguna vez me amaste. Hoy tengo 40. Diez años más de cuando te conocí. Ya puedo mirarte. Ya puedo imaginar que alguien se me avienta al cuello, que es una linda chica, que no ve nada, que me da todo. Ya puedo aventurarme a sentir el hielo de tomar algo, o mucho, o todo, sin sentir nada. ¿Así estabas conmigo, sin sentir nada? Me veías entrar, salir, hacer, deshacer, y no sentías nada. Sé que no. Al menos varias veces. Aquellas, sí. Aquellas en que sentí claramente tu frialdad, tu indiferencia. ¡Y aun así quise maquillarla de trivialidad, restarle importancia! Pero qué cachetada más fría me has dado. Tantas y tantas veces fuiste indiferente... Si me aventuro a tener amor propio diría que hasta fuiste cruel. ¿Cómo pudiste? ¿Lo disfrutaste todo? ¿Te quedabas tranquilo cuando yo me iba llorando? ¿Te sentías satisfecho cuando me retiraba? Qué fuerte, sabes. Qué fuerte cuando lo pienso como ahora. Un collage de escenas que se hilan en una trama fantasmagórica, terrorífica. ¿Dónde estaba tu corazón? Tu corazón pequeño, contraído, seco, desconfiado como pasa vieja. ¡Sí, ese! ¡Ese que dijiste sacar cuando terminó todo! Supuestamente no querias terminar, ¿o sí? ¡Pero si ni querías que me mudara! No sé qué pasó, no me dijiste nada. ¿Tal vez la conociste a ella? ¿Tal vez te asustaste de tenerme cerca, de por fin construir, confiar, amar, tener, recibir? ¿De perder tu escusa perpetua de víctima y abandono? ¿De salir de tu propia zona de confort de carencia y reclamo perpetuo, venganza continua, traición permanente? El caso es que fue claro. Lo vi poco tiempo después. Fue claro que no deseabas que me mudara. Tu desdén fue el peor, ¿sabes? ¿Reconoces algo? El peor que antes. Fue entonces ya frío, acartonado, mecánico, patético. ¿Te das cuenta? Me había mudado, comprado una casa, puesto mi vida de cabeza, y todo por estar cerca tuyo. Pero no. No pudiste ser honesto ni siquiera entonces. Dejaste que todo sucediera y ya ahí empezaste a matarme lentamente. ¿Cómo puedes creerte el afectado, el abandonado, el traicionado? Vaya nivel de inconsciencia. Recuerdo esa tarde, ¿la recuerdas?, estabas encima mío, mi cuello colgaba en el borde del colchón. Miré tu rostro mirándome, resoplando en lo tuyo. Una inmensa tristeza subió a mi pecho, rodaron las lágrimas por mis mejillas. E incluso ahí no me abrazaste, no me tomaste, no me preguntaste nada, ni siquiera un simplísimo "¿qué sucede?". No. Te retiraste lentamente y te vi deslizarte a la izquierda inferior, como vampiro. Sin decir nada se sintieron las palabras, "ah, ¿ya no vamos a jugar este juego?". Y así fue. Terminó el juego.
Feb 22, 2017
Se vinieron encima siete años de esta vida nueva. Siete años de haber dejado ese lugar al que ahora regreso. Siete años de dar un cambio radical de hacer y estar... Siete años de altas y bajas de montaña rusa. Pasé por dejar esa ciudad maldita que ahora me recibe de vuelta. Pasé por vivir en las hermosas montañas llenas de energías cruzadas y temibles. Pasé por vivir en un paraíso que tuve que dejar ya 2 veces. Y pasé por él. Se apareció discreto y alegre como un niño tímido que juega entre las sillas. Su voz grave no concordaba con ese cuerpo delgado y escurridizo que grita, abrázame. Su cabello gris ahora es más blanco y sus ojos pequeños se han abierto, mirando. Han sido siete años de muchos dolores. Y muchos placeres. Y muchos dolores de nuevo. Han sido siete años de preparar este parto de mí misma que al final dijo No a esa forma conocida de vivir fusionada. Me encuentro ahora extrañamente parada en mis dos piernas y respirando mi propio aire. Por momentos, me es claro que mi cuerpo es mío, que mi saco es mío, que en verdad no estoy unida a nadie ni a nada. Sólo yo inhalo y exhalo en mis pulmones.
Inicia este nuevo ciclo y no sé cuánto dure ahora. Vienen nuevos retos que se avistan serios, preguntas de vida que aún no tienen respuesta. Se viene, de nuevo, otra forma de vivir, hasta ahora desconocida, no predicha. Ya cada año que llega es nuevo. Mi imaginación infantil nunca alcanzó a predecir qué sucedía a los treinta y ocho. Y por supuesto ahí están los mandatos comunes que sembraron mis padres y la sociedad en mi cabeza. La duda permanente de estarlo haciendo bien o mejor regresar al patrón establecido. El temor a equivocarme y arrepentirme, y un día darme cuenta de que caí engañada por un espejismo de autoestima y libertad -que demostró ser falso y me rinde insatisfacción perpetua.
Hay muchos puntos suspensivos. Hay mucho gozo en el presente y la felicidad siempre da miedo. Tengo la sensación de estar viviendo una vida prestada que en cualquier momento me será reclamada. Como el que despierta de un divino sueño y se da cuenta de que la realidad es densa, pesada. A veces quisiera saltar de emoción y gritar que no me importa nada.
Inicia este nuevo ciclo y no sé cuánto dure ahora. Vienen nuevos retos que se avistan serios, preguntas de vida que aún no tienen respuesta. Se viene, de nuevo, otra forma de vivir, hasta ahora desconocida, no predicha. Ya cada año que llega es nuevo. Mi imaginación infantil nunca alcanzó a predecir qué sucedía a los treinta y ocho. Y por supuesto ahí están los mandatos comunes que sembraron mis padres y la sociedad en mi cabeza. La duda permanente de estarlo haciendo bien o mejor regresar al patrón establecido. El temor a equivocarme y arrepentirme, y un día darme cuenta de que caí engañada por un espejismo de autoestima y libertad -que demostró ser falso y me rinde insatisfacción perpetua.
Hay muchos puntos suspensivos. Hay mucho gozo en el presente y la felicidad siempre da miedo. Tengo la sensación de estar viviendo una vida prestada que en cualquier momento me será reclamada. Como el que despierta de un divino sueño y se da cuenta de que la realidad es densa, pesada. A veces quisiera saltar de emoción y gritar que no me importa nada.
Feb 21, 2017
Ejercicios de reflexión sobre la vulnerabilidad - V
La belleza de la vulnerabilidad 28/30: mi corazón se abre muchas veces al día: con ilusión, esperanza, ternura, anhelo, compasión, pena, dolor, tristeza, soledad, duda, apego, necesidad, búsqueda, amor. Mi corazón siente mucho y con cada sentir es vulnerable, suave y rosado.
- Pues ya arañando el fin del ejercicio de vulnerabilidad (29/30): mi ser humano es hermosamente vulnerable, en todas sus dimensiones, pero quisiera enfocar mi dimensión física, se le puede dañar, mutilar, lastimar, -y no olvidemos, morir- tiene cicatrices, está gordito, pachoncito, peludito, se cansa, es lento y torpe a veces... y en su interior mi pequeño cuerpo humano es bellamente rosado, húmedo, caliente y sensible...cada célula mía, una unidad de Vida, microscópica y totalmente vulnerable...
Última reflexión sobre mi vulnerabilidad (30/30): este aparentemente "leve" ejercicio me ha llevado suavemente a tener más consciencia, respirar más profundo y a sentir mi ser más real y humano, de lo que mi mente proyecta y construye. Me doy cuenta de que aceptar y permitir la vulnerabilidad es un lugar desde dónde surge el poder personal real. En este lugar está presente todo el tiempo la posibilidad de que las cosas no sean como yo quiero, de no recibir lo que espero, de s...entir frustración, enojo, tristeza, etc. Finalmente, de experimentar dolor.
Bien dice el Kybalion que "los opuestos son iguales en naturaleza, diferentes en intensidad". Desde ese lugar dónde no hay resistencia al dolor, surge en mí una sensación de plenitud y satisfacción muy suave y diáfana. No hay nada qué perder porque no hay barreras para sentir dolor. El dolor se da por hecho y se le da la bienvenida. Cuando llega, lo permito, lo respiro. Si por otro lado, hay otras sensaciones que no son dolorosas, siento con claridad que literalmente todo es posible, conmigo y en mi vida. Y que, dentro del mundo exterior caótico, yo estoy afianzada, ordenada y arraigada dentro de mi ser. En mi muerte, yo estaré conmigo. No me abandono. Y desde ahí es posible cualquier cosa. Es difícil describirlo. Pero como dijo una gran maestra Julie Kuri, "generalmente le llamamos vulnerabilidad a lo que es en verdad fragilidad, la vulnerabilidad es la fuerza y la ternura juntas". Así que no me siento frágil, me siento vulnerable... y poderosa. 💜💪
Feb 15, 2017
Ejercicios de reflexión sobre la vulnerabilidad - IV
Explorando mi vulnerabilidad 22/30: tengo algunos lugares en el cuerpo que detonan impulsos de rabia y agresión instantáneos.- que me presionen la cabeza hacia abajo, que me empujen, que me jalen... Me invade una terrible furia cuando alguien me lo hace. Paso horas -días- molesta, furiosa. Con el asqueroso sabor de la humillación abajo de ese pequeño movimiento. No quiero soltar, no quiero perdonar. Y muy muy dentro, ansío que la persona me pida disculpas, es la forma en que recupero el vínculo... y restauro mi derecho a decir "esto no te lo permito". Si yo perdono primero, siento que el hecho queda "permitido" y que se puede repetir, peor aún, con intención de lastimarme. De nuevo mi dificultad en torno a los límites propios y hacia otros.
Explorando mi vulnerabilidad 23/30: suelo decir torpezas cuando estoy con personas que admiro y a las que deseo acercarme. Resulto muy soez, con frecuencia, grosera. Creo que opera en mí algo así como "antes de que me juzgues mal, me echaré de cabeza yo sola y así al menos tendré la seguridad de saber cómo provoqué tu rechazo"... También siento miedo, disfrazado de "no te tengo miedo". Por supuesto mi ego no desea soltar el control... ni para contemplar la posibilidad de ser mirada, valorada, o amada por alguien a quien admiro.
Explorando mi vulnerabilidad 24/30: añoro ser mirada por las personas que amo...pero cuando tengo esa atención, con frecuencia mi ego se interpone y no sé recibirla. Deseo que me miren de la forma y en el momento en que yo quiero. Y al no ser así, automáticamente los desestimo, confirmando mi creencia inicial: "nadie puede darme lo que necesito"... Es terrible para mi orgullo verme satisfecha: aceptarlo es permitir la dulzura total...y al mismo tiempo no tener ya sentido de ser. En la satisfacción quedo satisfecha - e indefensa.
Explorando mi vulnerabilidad 25/30: no deseo ver mi fortaleza puesta a prueba. En el fondo soy muy suave y sensible. Ante una tragedia o evento traumático mis recursos se revelarían probablemente como falibles (frente a esta idea imaginaria de omnipotencia)... Qué difícil refugiarse en "hágase tu voluntad y no la mía" cuando lo que más amo está en juego.
Explorando mi vulnerabilidad 26/30: aun me cuesta detenerme y escucharme cuando estoy interactuando con una persona y siento que algo no va bien. Suelo atropellarme, intentando mantener la imagen de serenidad. Cuando verbalizo al exterior mi voz interior, generalmente estoy pagando dinero por algo. Siento que mi necesidad o mi punto de vista están "mejor" justificados si hay dinero de por medio. Y así como creo que pagando merezco ser escuchada, así con frecuencia utilizo el dinero para callar a otros.
Explorando mi vulnerabilidad 27/30: tiendo a evitar la vulnerabilidad del corazón abierto con dos máscaras: la omnipotencia, o la víctima.
Ya se me van acabando las vulnerabilidades, me quedé en la 27, me ha costado conectar con nuevas que no haya mencionado, pero veamos, una 28/30 podría ser: tiendo con facilidad a la neurosis, al automático, y en ese automático actúo y actúo...pero justo ahí, en mi mayor desconexión, es cuando más falta me hace recibir amor, atención y cuidado, aunque irónicamente, es cuando menos lo puedo recibir...
Feb 7, 2017
Ejercicios de reflexión sobre la vulnerabilidad - III
Ejercicio de vulnerabilidad 15/30: soy muy muy muy farola. Digo con facilidad que algo es así o asado, que sé algo a la perfección, ando corrigiendo gente con la mano en la cintura...y la verdad es que es puro bluff. Ni sé cómo son las cosas, ni conozco ni sé tanto, ni tengo autoridad alguna para estar corrigiendo gente... Pero alimento una imagen de seguridad y certeza para evitar ser cuestionada y verme expuesta.
Vulnerabilidad al desnudo 16/30: y sí, cuando me siento herida, me duele un chingo, pero luego me desquito con mi venganza...al fin siempre tengo mi corazón para cerrarlo, qué digo cerrarlo, cerrártelo. Te borro de mi vida y listo, ya no tienes más mi energía. Y volvemos al mismo punto: atrás de ese orgullo está el implacable Ser Inferior, ¡yo soy mejor que tú!, y justo atrasito está el anhelo: te amo, te necesito, hazme caso, recíbeme, acéptame... sniff.
Ejercicio de vulnerabilidad 17/30: cuando estoy nerviosa tengo el impulso de hacerme daño...no encuentro la salida a ese nerviosismo fácilmente. Generalmente abajo de ese nervio tengo miedo, desesperación, zozobra, desasosiego, desesperanza, locura.
Exploración de la vulnerabilidad 18/30: con relativa frecuencia me entrego a una fuerte energía de voluntarismo, quiero que las cosas sean como y cuando yo quiero, y ahí suelo atropellar, ignorar, y agredir a otros, sin mayor autocrítica, y puedo notar que abajo de eso está el miedo a ver mi corazón expuesto, a sentir dolor y/o a perder lo que para mí es importante... finalmente estos mecanismos para evitar el dolor me tensan, no fluyo, y ahí lastimo a otros, me lastimo a mí misma, no confío en la Vida y no dejo espacio para sorpresas y regalos .
Ejercicio de vulnerabilidad 17/30: cuando estoy nerviosa tengo el impulso de hacerme daño...no encuentro la salida a ese nerviosismo fácilmente. Generalmente abajo de ese nervio tengo miedo, desesperación, zozobra, desasosiego, desesperanza, locura.
Exploración de la vulnerabilidad 18/30: con relativa frecuencia me entrego a una fuerte energía de voluntarismo, quiero que las cosas sean como y cuando yo quiero, y ahí suelo atropellar, ignorar, y agredir a otros, sin mayor autocrítica, y puedo notar que abajo de eso está el miedo a ver mi corazón expuesto, a sentir dolor y/o a perder lo que para mí es importante... finalmente estos mecanismos para evitar el dolor me tensan, no fluyo, y ahí lastimo a otros, me lastimo a mí misma, no confío en la Vida y no dejo espacio para sorpresas y regalos .
Exploración de la vulnerabilidad 19/30: hago muchas cosas para agradar a los demás, pasando x encima de mí. Para darle la vuelta a mi malestar me complazco en una imagen complaciente. La humillación y autohumillación son lugares que conozco bien.
Exploración de mi vulnerabilidad 20/30: tengo un sueño recurrente: algo me irrita terriblemente, como la gota que derramó el vaso, y decido enfrentarme a mi oponente (que suele aparecer en mi sueño con la figura de mi padre u otra figura masculina cercana) con gritos desesperados y manoteos. Mi oponente se muestra impávido o -peor aún- esboza una pequeña sonrisa mientras se mantiene en silencio y me mira. Llego a golpearlo, a intentar lastimarlo, pero no se inmuta. Siento con... claridad el dolor del niño que es bloqueado y siento terrible impotencia. Y ahí están tantas energías que habitan en mí: ese aguantar silencioso, el vértigo de oponerme, mi fuerza en un grito ahogado y débil, y por supuesto, mi insensibilidad e indiferencia, mi sadismo y uso deliberado del poder. Energías poderosas que desde las profundidades de mi psique dictan en gran medida cómo opero en mi vida y en mis relaciones.
Explorando mi vulnerabilidad 21/30: me "engento" fácilmente... Es un duro golpe para mi orgullo estar en una multitud, ¿dónde está mi lugar individual?, ¿por qué no tengo mi lugar *especial* acostumbrado? Ahí está el Ser Inferior, ¡yo soy mejor que tú!, operando... Por otro lado, cuando escucho discos grabados en concierto, siento tremenda emoción de escuchar a la gente cantar y aplaudir. Ahí está mi anhelo de pertenecer, de cooperar, de unirnos todos en un objetivo de amor y paz, como iguales.
Jan 21, 2017
Ejercicios de reflexión sobre la vulnerabilidad - II
Vulnerabilidad al desnudo 8/30: me cuesta muchísimo trabajo cuidarme físicamente, mi sobrepeso es el tema de mi vida, uno que todavía no logro resolver y a veces hasta empeora. Tengo adicción al azúcar, a los carbohidratos, a la cafeína... y cuando dejo de consumirlos noto claramente esta sensación de desasosiego interior...de que se viene esto... Y "esto" es todo lo conciente y subconciente que estas sustancias me ayudan a no sentir. Los discursos de "date lo mejor", "pon tu salud primero", etc., no me hacen ningún sentido.
Explorando el estado vulnerable en mi interior 9/30: y relacionado con el anterior, me cuesta mucho (¡mucho!) trabajo decir "NO". ¡Es como un salto al vacío para mí! Siento que algo terrible va a suceder, que no voy a poder con las consecuencias, con el conflicto, ¡que me van a dejar de querer/aceptar y que no podré con eso! Es muy curioso, en verdad la terapia psicocorporal me ha ayudado muchísimo con esto (no es comercial), porque ahora ya contemplo la posibilidad de decir... no, y hasta he dicho no a veces, ¡y con mucho gusto! Peeero, me doy cuenta que todavía me cuesta trabajo, todavía mi sensor interior está en proceso de afinación y consolidación, me veo envuelta y confundida en la transferencia, y no me sale el no, le doy vueltas, me justifico desde mi orgullo, claro, así que mi Ser Inferior opera en mi contra aparentemente, aunque sabemos que nunca es así... Finalmente ahí hay abajo algo como "como yo soy más grande que tú, yo te digo sí a todo, porque yo puedo contigo y con más...", pero esta distorsión es difícil y pesada, ando cargando con muchos "sis" que debieron ser "nos"... Esto me toca mucho, con claridad veo mi Ximena niña, me viví como si no hubiera podido afirmarme, como si mi persona hubiera quedado siempre en función de otro, mendigando amor, guardando las apariencias, como si yo no fuera la reina y señora de toda mi energía, mi cuerpo, y mi vida... Y esta conciencia me ayuda muchísimo a ir tomando mi justo lugar conmigo misma, aquél en donde no importa qué consecuencias haya, pues puedo con ellas, puedo respirar a través de lo que sea, y poder ponerme primero, con claridad y asertividad, y decir no.
Vulnerabilidad en mí 10/30: voy a editar esto.- Durante mucho tiempo usé mi fuerza masculina para sobrevivir, demostrar, lograr, etc., reprimiendo y censurando mi energía femenina, y esto me impedía atraer al compañero de vida que tanto anhelaba.
Explorando mi vulnerabilidad 11/30: y relacionado con lo anterior, durante mucho tiempo preferí competir, dominar, no sentir, poseer y en última instancia, aniquilar, a mirar, escuchar, aceptar, recibir y amar a los hombres que conocí, viviendo gran frustración y soledad.
Explorando mi vulnerabilidad 12/30: del miedo de ser desechada, ignorada, desacreditada, abandonada, humillada, me defiendo con una imagen de independencia, autonomía, autosuficiencia, insensibilidad, fortaleza... y un largo etcétera.
Vulnerabilidad 13/30: el orgullo y el control son dos herramientas que me mantienen en el espejismo del aparente poder. En realidad ocultan el ser suave, muy sensible y vulnerable que soy. El Ser Inferior y mi intencionalidad negativa van de la mano: "nunca confiaré en ti, yo lo hago mejor que tú". Dos de mis trabajos permanentes de vida son soltar, y confiar.
Vulnerabilidad 14/30: soy muy aprehensiva de mis animales y los animales en general: proyecto en ellos mi inocencia, indefensión, espontaneidad, fe ciega... y me duele profundamente ver esas virtudes sometidas, anuladas y lastimadas :(. No soporto su sufrimiento. Una fuerte proyección de mi propia conciencia infantil. Me sirve mucho recordar que son seres altamente inteligentes y tienen clara su misión en este Planeta. Yo misma trato de hacer consciencia de esas cualidades en mí.
Explorando mi vulnerabilidad 11/30: y relacionado con lo anterior, durante mucho tiempo preferí competir, dominar, no sentir, poseer y en última instancia, aniquilar, a mirar, escuchar, aceptar, recibir y amar a los hombres que conocí, viviendo gran frustración y soledad.
Explorando mi vulnerabilidad 12/30: del miedo de ser desechada, ignorada, desacreditada, abandonada, humillada, me defiendo con una imagen de independencia, autonomía, autosuficiencia, insensibilidad, fortaleza... y un largo etcétera.
Vulnerabilidad 13/30: el orgullo y el control son dos herramientas que me mantienen en el espejismo del aparente poder. En realidad ocultan el ser suave, muy sensible y vulnerable que soy. El Ser Inferior y mi intencionalidad negativa van de la mano: "nunca confiaré en ti, yo lo hago mejor que tú". Dos de mis trabajos permanentes de vida son soltar, y confiar.
Vulnerabilidad 14/30: soy muy aprehensiva de mis animales y los animales en general: proyecto en ellos mi inocencia, indefensión, espontaneidad, fe ciega... y me duele profundamente ver esas virtudes sometidas, anuladas y lastimadas :(. No soporto su sufrimiento. Una fuerte proyección de mi propia conciencia infantil. Me sirve mucho recordar que son seres altamente inteligentes y tienen clara su misión en este Planeta. Yo misma trato de hacer consciencia de esas cualidades en mí.
Jan 14, 2017
Reflexiones en torno a la vulnerabilidad - 30 días, 30 reflexiones
Ejercicio de vulnerabilidad 1/30: no sé qué decir, no quiero que me juzgues. Si me juzgas mal, me quedo sola, si me juzgas bien, puede que quieras algo de mí.
2/30: ayer modifiqué la lista de quién puede leer esto. No me atrae la idea de mostrarme ante cualquier persona. De nuevo, mi miedo al juicio.
3/30: la pulsión de evitar este estado es muy fuerte en todo mi ser -físico, mental, emocional. Estar ahí significa para mí que estoy indefensa, que me pueden aniquilar. El pánico es proporcional a la resistencia que siento de estar ahí. Pero espiritualmente ese pánico se desvanece. Una parte de mí desea irse, estar allá, retornar a la Fuente, que acabe todo esto.
4/30: me debato entre el anhelo, el miedo a nunca verlo satisfecho, y el miedo a verlo satisfecho. Si se satisface, ¿cómo voy a continuar con mi pretexto de lucha?
5/30: en mi mente, yo nunca pierdo. Si puedo ganar en lo exterior, lo hago, y si en el exterior pierdo, siempre me digo cosas para sentir que no perdí. Me cuesta un montón sostener la derrota y los sentimientos asociados a ella. Pago un precio muy alto por ello: la soledad. Pero la ilusión de nunca perder me embrutece lo suficiente para seguir creyendo que vale la pena la imagen, sensu Pathwork: "nunca me derrotarás, nunca me rendiré, nunca me entregaré, nunca me tendrás".
2/30: ayer modifiqué la lista de quién puede leer esto. No me atrae la idea de mostrarme ante cualquier persona. De nuevo, mi miedo al juicio.
3/30: la pulsión de evitar este estado es muy fuerte en todo mi ser -físico, mental, emocional. Estar ahí significa para mí que estoy indefensa, que me pueden aniquilar. El pánico es proporcional a la resistencia que siento de estar ahí. Pero espiritualmente ese pánico se desvanece. Una parte de mí desea irse, estar allá, retornar a la Fuente, que acabe todo esto.
4/30: me debato entre el anhelo, el miedo a nunca verlo satisfecho, y el miedo a verlo satisfecho. Si se satisface, ¿cómo voy a continuar con mi pretexto de lucha?
5/30: en mi mente, yo nunca pierdo. Si puedo ganar en lo exterior, lo hago, y si en el exterior pierdo, siempre me digo cosas para sentir que no perdí. Me cuesta un montón sostener la derrota y los sentimientos asociados a ella. Pago un precio muy alto por ello: la soledad. Pero la ilusión de nunca perder me embrutece lo suficiente para seguir creyendo que vale la pena la imagen, sensu Pathwork: "nunca me derrotarás, nunca me rendiré, nunca me entregaré, nunca me tendrás".
6/30: desde mi Señora Máscara y Señor Ser Inferior, me cuesta mucho -mucho- reconocer que necesito. Puedo golpear mil veces y con toda la fuerza de mi cuerpo exclamar, "no te necesito!!!" (y por supuesto llegármelo a creer). Pero si me permito por un instante sentir el miedo, y doy el paso al vacío, mi corazón anhelante implorará entre lágrimas, "por favor mírame...te necesito". Y ese es un lugar de descanso y pánico simultáneos en mi interior.
7/30: con relativa frecuencia en mi mente se repiten escenas de mi vida dónde me sentí inadecuada, humillada, o que yo misma me ponía en la mira del ridículo. A veces por prepotencia, a veces por dependencia. Siento de nuevo en mi cuerpo esa profunda vergüenza y dolor. Como si no pudiera evitar que estos fantasmas del pasado vinieran a recordarme mi inutilidad, mi estupidez. Y trato de desestimarlos, pero regresan.
7/30: con relativa frecuencia en mi mente se repiten escenas de mi vida dónde me sentí inadecuada, humillada, o que yo misma me ponía en la mira del ridículo. A veces por prepotencia, a veces por dependencia. Siento de nuevo en mi cuerpo esa profunda vergüenza y dolor. Como si no pudiera evitar que estos fantasmas del pasado vinieran a recordarme mi inutilidad, mi estupidez. Y trato de desestimarlos, pero regresan.
Dec 1, 2016
"Hay mucho dolor en la vida y quizás el único dolor que se puede evitar es el que proviene de intentar evitar el dolor." - R. D. Laig.
La vida, llena de ironías y recovecos, constantemente nos pone a prueba y nos muestra aquello de nosotros mismos que necesita ser mirado, respirado, cuidado, considerado. No hay nada personal, la vida simplemente ocurre.
Nos aferramos con fuerza a lo que creemos que le da valor, creemos saber cómo debería ser todo para que todo estuviera "bien". Algunos tenemos la suerte de encontrar las circunstancias idóneas para detenernos un momento y mirar qué es lo que en verdad nos está moviendo. De qué manera aportamos a la destructividad y al sufrimiento, y cómo, en el fondo, estamos convencidos de que tenemos razón...
La vida, llena de ironías y recovecos, constantemente nos pone a prueba y nos muestra aquello de nosotros mismos que necesita ser mirado, respirado, cuidado, considerado. No hay nada personal, la vida simplemente ocurre.
Nos aferramos con fuerza a lo que creemos que le da valor, creemos saber cómo debería ser todo para que todo estuviera "bien". Algunos tenemos la suerte de encontrar las circunstancias idóneas para detenernos un momento y mirar qué es lo que en verdad nos está moviendo. De qué manera aportamos a la destructividad y al sufrimiento, y cómo, en el fondo, estamos convencidos de que tenemos razón...
Es un viaje muy duro, asumir la responsabilidad de que todo lo que se nos presenta, lo hemos creado nosotros mismos. ¡No queremos asumirlo! Nos escapamos con banderas de intelectualidad, eficiencia, espiritualidad, omnipotencia. ¿Pero, qué pasaría si lo asumiéramos? Resulta que el sendero sigue, no se acaba todo en la culpa, la vergüenza, la rabia, el odio. Uno puede seguir caminando y respirando. Con sorpresa, uno descubre que sigue acompañado por aquellos que ya han recorrido el camino y lo aceptan todo.
Y de pronto ante nosotros se despliega todo un nuevo mundo de consciencia. Podemos comprender. Hay un poder que surge de otra fuente. Surge de la vulnerabilidad, de la suavidad, de la paciencia, del silencio, de la compasión, de la alegría. Del amor. Podemos ser ignorados, aplastados, aniquilados, y ahí estará siempre el dolor. Permitirlo es permitir el poder de sentir, y estar con lo que ocurre. El poder de lo Real. De permitir que la vida nos atraviese y sentir la presencia de ese algo que todo lo observa. Un núcleo indestructible, luminoso, noble y de lo más valiente. Lo sutil, lo esencial, lo divino.
El camino sigue y sigue. Ya nos resulta natural recorrerlo. Tenemos herramientas, tenemos experiencia. Tenemos el corazón abierto y la mente clara. Caminan con nosotros muchos otros hermanos y hermanas, y nos tenemos a nosotros mismos. Tenemos a Dios, aquí cerquita, en el interior. Hay todo por confiar, todo por dar-recibir, todo por permitir. Hay un sí profundo y un gran amor por la Humanidad. Hay un sí a la vida tal como es.
Y de pronto ante nosotros se despliega todo un nuevo mundo de consciencia. Podemos comprender. Hay un poder que surge de otra fuente. Surge de la vulnerabilidad, de la suavidad, de la paciencia, del silencio, de la compasión, de la alegría. Del amor. Podemos ser ignorados, aplastados, aniquilados, y ahí estará siempre el dolor. Permitirlo es permitir el poder de sentir, y estar con lo que ocurre. El poder de lo Real. De permitir que la vida nos atraviese y sentir la presencia de ese algo que todo lo observa. Un núcleo indestructible, luminoso, noble y de lo más valiente. Lo sutil, lo esencial, lo divino.
El camino sigue y sigue. Ya nos resulta natural recorrerlo. Tenemos herramientas, tenemos experiencia. Tenemos el corazón abierto y la mente clara. Caminan con nosotros muchos otros hermanos y hermanas, y nos tenemos a nosotros mismos. Tenemos a Dios, aquí cerquita, en el interior. Hay todo por confiar, todo por dar-recibir, todo por permitir. Hay un sí profundo y un gran amor por la Humanidad. Hay un sí a la vida tal como es.
Nov 7, 2016
Dí SI a todo
Imagínate que tu consciencia se expande más allá de lo que jamás imaginaste. Imagínate que dices SÍ a todo. Que en ti no hay confusión, ni conflicto. Imagínate que tienes una herramienta para comprender. Que tienes una forma de distinguir lo real de lo ilusorio, y la verdad de la no verdad. Imagínate que tu cuerpo es un intérprete que te indica claramente cuando hay armonía y cuando no. Imagínate que puedes soltarlo todo y saber que todo está en su perfecto lugar. Imagínate que de ti emanan solventes energéticos y transforman la realidad. Imagínate que de ti no se pide nada, y eso te inspira a ofrecer tu todo. Imagínate sin límites, y hermanado a la Humanidad, pase lo que pase.
Jul 19, 2015
tomarme
tal vez por fin estaba lista para tomarme a mí misma y soltarlo. hace más de un año la Ayahuasca lo había dicho claramente: suéltalos a todos... a él también, suéltalo. y quizá por fin había llegado el momento de hacerlo. y sin embargo, al momento de recuperar toda mi energía, otra parte de mí lo amaba más, más libremente, más silenciosamente, sin decirle nada, sin desearlo, sin extrañarlo. y no comprendí muy bien cómo podía soltarlo y amarlo al mismo tiempo. era algo nuevo para mí.
el espejo / el complemento
"Si crees que estás iluminado, pasa con tu familia 2 semanas" - Ram Dass
Quizá recientemente es cuando más claramente me he dado cuenta que todo lo que rechazamos en otros está en nosotros mismos también. Cuando algo de los demás nos irrita, nos molesta, nos duele, nos enfurece, si miramos detenida y profundamente, encontraremos eso mismo dentro de nosotros mismos, operando silenciosamente, y -aparentemente- desde un lugar profundo y "diferente" del que observamos en nuestro interlocutor. Más no es así. Eso que vemos en el otro que nos está desquiciando, también está adentro de nosotros tal cual, no hay nadie "adelante" ni nadie "atrás". Pero nosotros gustamos de creer que "no somos así", o que en nosotros "no es igual". No hay argumento que valga. Simplemente el que algo en la actitud de alguien más nos incomode es la evidencia irrefutable de que eso habita en nosotros indudablemente. De otra forma, no reaccionaríamos con ninguna emoción rabiosa, simplemente dejaríamos pasar la actitud del otro, no de forma indiferente, sino emanando natural y graciosamente, emociones no corrosivas. Todavía no estamos tan iluminados como para comprenderle, ser compasivos con él, perdonarle, aceptarle, y mucho menos para reconocer que nosotros habríamos hecho lo mismo o algo parecido.
Y como sociedad, como humanidad, manifestamos este espejeo continuamente. Cuando vemos en internet imágenes de animales maltratados brutalmente, cazados, asesinados, ¿qué opina la gente que comenta al respecto? La reacción es igual a la situación inicial: se demanda el asesinato, sufrimiento, humillación, aniquilación de los responsables (evitemos la palabra "culpables"). Así, al ver a un perro que ha sido mutilado, la gente dice "que mutilen al desgraciado que hizo esto", al ver a alguien que caza animales exóticos, la gente opina que el cazador "está enfermo", "debe ser asesinado y expuesto", o simplemente se limita a escribir insultos variados, que llegan a provocar risa. ¿Por qué? Porque creemos que nosotros nunca haríamos lo que el otro hizo, porque nos mantenemos en la máscara, en la superficialidad, queremos que los demás nos acepten, nos aprueben. Nuestras apéndices de inmaduro desarrollo infantil siguen ahí, colgando de nuestro cuerpo emocional sin ser resueltas, suplicando a nuestra madre, a nuestro padre, que nos acepte, que nos ame.
Quizá recientemente es cuando más claramente me he dado cuenta que todo lo que rechazamos en otros está en nosotros mismos también. Cuando algo de los demás nos irrita, nos molesta, nos duele, nos enfurece, si miramos detenida y profundamente, encontraremos eso mismo dentro de nosotros mismos, operando silenciosamente, y -aparentemente- desde un lugar profundo y "diferente" del que observamos en nuestro interlocutor. Más no es así. Eso que vemos en el otro que nos está desquiciando, también está adentro de nosotros tal cual, no hay nadie "adelante" ni nadie "atrás". Pero nosotros gustamos de creer que "no somos así", o que en nosotros "no es igual". No hay argumento que valga. Simplemente el que algo en la actitud de alguien más nos incomode es la evidencia irrefutable de que eso habita en nosotros indudablemente. De otra forma, no reaccionaríamos con ninguna emoción rabiosa, simplemente dejaríamos pasar la actitud del otro, no de forma indiferente, sino emanando natural y graciosamente, emociones no corrosivas. Todavía no estamos tan iluminados como para comprenderle, ser compasivos con él, perdonarle, aceptarle, y mucho menos para reconocer que nosotros habríamos hecho lo mismo o algo parecido.
Y como sociedad, como humanidad, manifestamos este espejeo continuamente. Cuando vemos en internet imágenes de animales maltratados brutalmente, cazados, asesinados, ¿qué opina la gente que comenta al respecto? La reacción es igual a la situación inicial: se demanda el asesinato, sufrimiento, humillación, aniquilación de los responsables (evitemos la palabra "culpables"). Así, al ver a un perro que ha sido mutilado, la gente dice "que mutilen al desgraciado que hizo esto", al ver a alguien que caza animales exóticos, la gente opina que el cazador "está enfermo", "debe ser asesinado y expuesto", o simplemente se limita a escribir insultos variados, que llegan a provocar risa. ¿Por qué? Porque creemos que nosotros nunca haríamos lo que el otro hizo, porque nos mantenemos en la máscara, en la superficialidad, queremos que los demás nos acepten, nos aprueben. Nuestras apéndices de inmaduro desarrollo infantil siguen ahí, colgando de nuestro cuerpo emocional sin ser resueltas, suplicando a nuestra madre, a nuestro padre, que nos acepte, que nos ame.
Apr 3, 2015
Jun 14, 2014
M
Fue un hombre que conocí hace algunos meses. Apenas lo vi me pareció atractivo. Alto, delgado, entrado en años, y lo que me pareció muy, pero muy sensible. Con aire de jesuita. No disponible. Me recordó mucho una parte de mi padre, la más vital y creativa, la que ya casi no está. Sentí que podía amarlo incondicionalmente, me imaginé suya. E inmediatamente me retiré la posibilidad de amarlo, ni siquiera en secreto.
Estando cerca de él, algo totalmente nuevo me ocurrió. Algo que no me había ocurrido con esos hombres que me gustaron tantas veces antes. Pude notar cuánto me atraía, pero esta atracción no me hizo hacer nada. Nada. No me acerqué menos o más a él, no le hablé menos o más, no traté de que me percibiera de tal o cual forma. Sin embargo, sí lo observé, obscena, lo observé. Hablé con él normalmente, convivimos, y mientras lo escuchaba, dentro mío estaba muy callada, con ojos muy abiertos, observándolo. Como un predador observa a su presa. Más no era mío para devorarlo.
Noté despejado el camino de pensar que él sería la respuesta a todos mis pendientes con el amor, la vida juntos, la plenitud, y, por qué no, la familia. Y así conscientemente no tomé ese camino. Noté también despejado el camino del arrojo y la estrategia para decirle, "tú me gustas", y también por qué no, seducirlo. También ahora dejé pasar esa opción. Me quedé en silencio observándome ante esto. Me imaginé sin nada qué ocultar, y sin nada qué decir. Cuando me tocó, replegué inmediatamente mi gana de dejarme ir. Ante la admiración sacrificada, sólo me quedó el asco. Y el pánico a su no.
¿Y qué sucedía conmigo, frente a él? ¿Que era eso de darme toda yo, perderme? ¿Qué hueco quería que él quitara? Qué aparentes fortalezas me imaginaba que él tenía, que fueran mis debilidades. ¡Era todo artificial, construido por mí, todo, absolutamente todo, era inventado! ¡Qué tarde en la vida para hacer este descubrimiento!, ¡qué tarde para ver que armo la vida perfecta en mi cabeza, ignorando por completo la realidad! ¡Qué placentero (ad)mirarlo sin desear poseerlo, seducirlo! ¡Qué placentero quedarme sentada en el presente!
Pasé días deseándolo y sin bloquearlo. No hubo secreto pues estuve enterada de todo lo que sentí. Llegó una pequeña prueba. Realizamos un ejercicio intenso, profundo. Llegué a un curioso estado entre llanto y risa. Sudé mucho, mis ojos estaban cerrados. Se acercó, escuché su voz. Puso su mano en mi pecho y me acompañó a respirar. Respiré. Traté de no irme con él de cabeza. Terminamos. Se acercó y me miró fijamente. Luego, entre alguna palabras, dijo, ¡te quiero mucho!. Me estremecí.
Traté de no desechar sus palabras, como protección. Ya no necesito la adrenalina de revelarme antes de la guillotina. Nunca hubo nada qué decir. Me eres muy atractivo, es una frase muy larga que no se dice. Le dije, yo también, y nos abrazamos alegremente. El resto del debate ocurre sólo para mí y dentro mío.
Estando cerca de él, algo totalmente nuevo me ocurrió. Algo que no me había ocurrido con esos hombres que me gustaron tantas veces antes. Pude notar cuánto me atraía, pero esta atracción no me hizo hacer nada. Nada. No me acerqué menos o más a él, no le hablé menos o más, no traté de que me percibiera de tal o cual forma. Sin embargo, sí lo observé, obscena, lo observé. Hablé con él normalmente, convivimos, y mientras lo escuchaba, dentro mío estaba muy callada, con ojos muy abiertos, observándolo. Como un predador observa a su presa. Más no era mío para devorarlo.
Noté despejado el camino de pensar que él sería la respuesta a todos mis pendientes con el amor, la vida juntos, la plenitud, y, por qué no, la familia. Y así conscientemente no tomé ese camino. Noté también despejado el camino del arrojo y la estrategia para decirle, "tú me gustas", y también por qué no, seducirlo. También ahora dejé pasar esa opción. Me quedé en silencio observándome ante esto. Me imaginé sin nada qué ocultar, y sin nada qué decir. Cuando me tocó, replegué inmediatamente mi gana de dejarme ir. Ante la admiración sacrificada, sólo me quedó el asco. Y el pánico a su no.
¿Y qué sucedía conmigo, frente a él? ¿Que era eso de darme toda yo, perderme? ¿Qué hueco quería que él quitara? Qué aparentes fortalezas me imaginaba que él tenía, que fueran mis debilidades. ¡Era todo artificial, construido por mí, todo, absolutamente todo, era inventado! ¡Qué tarde en la vida para hacer este descubrimiento!, ¡qué tarde para ver que armo la vida perfecta en mi cabeza, ignorando por completo la realidad! ¡Qué placentero (ad)mirarlo sin desear poseerlo, seducirlo! ¡Qué placentero quedarme sentada en el presente!
Pasé días deseándolo y sin bloquearlo. No hubo secreto pues estuve enterada de todo lo que sentí. Llegó una pequeña prueba. Realizamos un ejercicio intenso, profundo. Llegué a un curioso estado entre llanto y risa. Sudé mucho, mis ojos estaban cerrados. Se acercó, escuché su voz. Puso su mano en mi pecho y me acompañó a respirar. Respiré. Traté de no irme con él de cabeza. Terminamos. Se acercó y me miró fijamente. Luego, entre alguna palabras, dijo, ¡te quiero mucho!. Me estremecí.
Traté de no desechar sus palabras, como protección. Ya no necesito la adrenalina de revelarme antes de la guillotina. Nunca hubo nada qué decir. Me eres muy atractivo, es una frase muy larga que no se dice. Le dije, yo también, y nos abrazamos alegremente. El resto del debate ocurre sólo para mí y dentro mío.
Jun 6, 2014
el fin de la angustia
Es curioso llegar a casa y sentir que no perteneces a ella, que no perteneces a ningún lado porque no puedes pertenecer a las cosas, porque aunque te gustan mucho, las cosas siguen siendo eso, cosas, y de pronto te queda claro que las cosas van a pasar y tú vas a quedarte, o al contrario que tú vas a pasar y las cosas se van a quedar atrás. Me doy cuenta entonces, que día a día construyo esta relación con las cosas para llenar este vacío, para sentir que puedo amar lo que sea, las paredes, los pisos, los muebles, los objetos, que al llegar a casa y encontrar sólo silencio invento una voz para escuchar, y se la pongo a las cosas para que ellas me hablen, para creer que me dicen bienvenida, cómo te fue, como éstas, me da gusto verte, te abrazo, te quiero. Pero ahora los días afuera han sido muchos y al regresar a casa ya nada me ha hablado, ni las paredes, ni los pisos, ni los muebles, ni las ideas que tenía, ni los proyectos, ni los planes, ni los sueños, esta vez al llegar a casa no me ha hablado nada. Me he quedado en el silencio antes de ponerle voz a las cosas y me dado cuenta que como son cosas no pueden decirme gran cosa.
Saludé a los animales, en especial a mi gatita. Quizá ella es lo más cercano a una familia que yo siento, lo más cercano a una presencia viva, amorosa, cálida, que me recibe, sin embargo con ella tampoco hablo. Sólo la acaricio y nos acurrucamos juntas y su discreta compañía me remite de nuevo al silencio, un silencio interior que nace de no tener a dónde pertenecer, ni a quién pertenecerle tampoco.
Hoy no tengo ganas de hablar con los espíritus.
Por un momento pienso en refugiarme en lo sutil y que me salve, voy a meditar, pienso, voy a cantar unos mantras, voy a sentarme en contemplación, voy a leer un buen libro. Voy a hacer cualquier cosa que yo misma aprecie como buena, para sacarme de este estado de soledad y de vacío que ahora estoy percibiendo. Me detengo. Parece otra evasión. Tal vez sería más honesto de mi parte irme a comer una dona la cocina. Siento unas remotas ganas de llorar que se acercan lentamente como cuando sube la marea en las tardes en el mar.
Me cuesta mucho encontrar lo genuino. Todo lo veo como una evasión, como la tapadera para cubrir algo malo, como una estrategia para no sentir lo doloroso, como una forma de querer darle sentido a tu vida para que al menos cuando te mueras digas mi vida tuvo sentido. ¿Pero qué sentido particular realmente amerita dársele a la vida? (Todas las justificaciones me parecen de alguna forma excusas inventadas por el ego para sentirnos bien con nosotros mismos) las personas que regresan de la muerte dicen que el único sentido de la vida es amar, que si nos podemos llevar un tesoro al otro plano es aquél de cuánto amor experimentamos en esta vida.
Y es ahí donde me quedo muy corta. Es ahí cuando me recuerdo que mi amor es muy rústico, muy pequeño, muy poco. No sé si puede llamársele amor o es simplemente una forma de controlar, de querer buscar un lugar, de querer ser escuchado, de no querer quedarse solo, de no querer ser rechazado. Amar no puede ser desear el fin de la angustia. Amar no puede ser desear escuchar un te quiero y así no escuchar el silencio interior y exterior en ausencia de esas palabras. Amar no puede ser un acto de escapismo de uno mismo. Todavía no entiendo qué es el amor ni cómo se siente. Pero algo me dice que amar no es un acto de evasión.
Y es ahí donde me quedo muy corta. Es ahí cuando me recuerdo que mi amor es muy rústico, muy pequeño, muy poco. No sé si puede llamársele amor o es simplemente una forma de controlar, de querer buscar un lugar, de querer ser escuchado, de no querer quedarse solo, de no querer ser rechazado. Amar no puede ser desear el fin de la angustia. Amar no puede ser desear escuchar un te quiero y así no escuchar el silencio interior y exterior en ausencia de esas palabras. Amar no puede ser un acto de escapismo de uno mismo. Todavía no entiendo qué es el amor ni cómo se siente. Pero algo me dice que amar no es un acto de evasión.
¿Llegamos entonces a realmente amar a otros? ¿Llegamos a desear su bien, a desear que sean como quieran ser, a respetarlos en su forma de ser, a celebrar su forma de ser, la que ésta sea, a tratar de aprender de ella, a quedarnos silenciosos cuando algo nos resulta desagradable, sin adelantarnos a desacreditar lo que nos desagrada? ¿Llegamos a desear su más alto bien, a no sentir envidia, a no sentir odio, a no sentir ira, llegamos a eso? ¿Llegamos a no desear poseerlos, a no desear que nos obedezcan, a no desear someterlos, a no verlos como una amenaza, a no verlos como algo inferior a nosotros?
Tal vez como no sabemos amar nos conformamos con divertirnos. Con reírnos y así creer que estamos alegres. Con sentir placer y así creer que somos felices. Con entregarnos al otro, y decirle te doy todo de mí para olvidarnos de nosotros mismos. Pero habremos de volver para aprender lo que no hemos aprendido. Nos dirán, "debes volver pues todavía no has comprendido qué es amar y no has amado". Y quizá llegue un momento en que nos demos cuenta que ni toda la risa del mundo, ni todo el placer, ni toda la entrega, se asemejan al hipotético instante profundo en que realmente amamos.
Voy de nuevo a las fórmulas. Si hubiera una técnica, si hubiera una lectura, si hubiera un cristal, si hubiera una forma que pudiera insertar en mí la capacidad de amar, lo juro que lo haría. Pero desde antes de empezar ya he terminado. De nuevo he querido poseerla, controlarla, resolverla, que sea mía, esa fórmula que me solucione esto, que mágicamente me enseñe a amar, que yo realice un método y como resultado sienta en mi corazón una sensación totalmente nueva, una sensación que nunca he sentido antes.
Que no es miedo a estar sola lo que estoy sintiendo, que no es un impulso de dominar antes de que me dominen, que no es una autoconmiseración demostrada para que se apiaden de mi, que no es seducción para que el otro me desee poseer, que no es rendición ante el miedo absoluto al rechazo. Que no es nada de esto ni tantas otras cosas que confundo con aquello. Que tenga yo toda claridad de que estoy sintiendo eso solo. Que tenga yo la certeza de que estoy amando.
May 23, 2014
viajes interiores, viajes exteriores 2
de pronto, a mitad del viaje, sin comprender muy bien de dónde había venido la fuente, se esfumó esa necesidad de juzgarlo todo, de ser el alma de la fiesta, de entenderlo todo, de demostrar nada. hubo algo de silencio (claro, también cerré mi bocota deliberadamente). empezaron a aflorar los patrones, míos y de los demás. me sentí tranquila. estuve más presente. disfruté más. estuve menos aprehensiva. solté un poco más. escuché las enseñanzas y no traté de comprenderlas, integrarlas y aplicarlas. simplemente las escuché. me di cuenta de cuánto me falta, de lo pequeña que soy en mi evolución espiritual, de lo ambiciosa que soy en mi evolución espiritual.
me hizo falta hacer ejercicio. sacar. gritar. me hizo falta mi terapia. se agolpó el rechazo y odio que sentí por los demás. la envidia. noté que me faltaban formas de sacar eso. pero como dije antes, algo se acomodó y el ruido se silenció dentro y fuera de mí. me vino entonces un hilo de razonamiento. es el siguiente: la poderosa mente arma la realidad que vemos enfrente de nosotros. llena de interpretaciones, necesidades, máscaras y manipulaciones, está la mente dirigiéndonos. algunos, como nuestro guía, tienen la suerte (y cualidad interior) de recibir los mensajes más sublimes del Universo visible e invisible. también para ello utilizan la mente, pero muy domesticada. al resto de nosotros nos queda algo lejano ese recurso. la mente nos domina y los domesticados somos nosotros ante ella.
¿cómo burlaremos la mente para ver qué hay más allá de ella? ¿cómo veremos lo que hay si no tendremos mente? a la primer pregunta me respondo que es necesario escapar a la mente para trascendera. a la segunda pregunta me respondo que no lo sé, pero que es posible. aún aquí, dentro del cuerpo humano. entonces comprendí el sentido de la varias prácticas espirituales: repetición de mantras, meditación vipassana, danza sufí, tai chi, qi gong, meditación zen, vida monástica, voto de silencio, contemplación de la naturaleza, escuchar un koan, etcétera. todas estas prácticas tienen el objetivo de burlar a la mente, al menos dominarla, acallarla, para que deje de estorbar, para que nos deje experimentar la realidad con eso otro que no es mente.
¿y qué es eso otro? no es posible responder en esta forma escrita.
me hizo falta hacer ejercicio. sacar. gritar. me hizo falta mi terapia. se agolpó el rechazo y odio que sentí por los demás. la envidia. noté que me faltaban formas de sacar eso. pero como dije antes, algo se acomodó y el ruido se silenció dentro y fuera de mí. me vino entonces un hilo de razonamiento. es el siguiente: la poderosa mente arma la realidad que vemos enfrente de nosotros. llena de interpretaciones, necesidades, máscaras y manipulaciones, está la mente dirigiéndonos. algunos, como nuestro guía, tienen la suerte (y cualidad interior) de recibir los mensajes más sublimes del Universo visible e invisible. también para ello utilizan la mente, pero muy domesticada. al resto de nosotros nos queda algo lejano ese recurso. la mente nos domina y los domesticados somos nosotros ante ella.
¿cómo burlaremos la mente para ver qué hay más allá de ella? ¿cómo veremos lo que hay si no tendremos mente? a la primer pregunta me respondo que es necesario escapar a la mente para trascendera. a la segunda pregunta me respondo que no lo sé, pero que es posible. aún aquí, dentro del cuerpo humano. entonces comprendí el sentido de la varias prácticas espirituales: repetición de mantras, meditación vipassana, danza sufí, tai chi, qi gong, meditación zen, vida monástica, voto de silencio, contemplación de la naturaleza, escuchar un koan, etcétera. todas estas prácticas tienen el objetivo de burlar a la mente, al menos dominarla, acallarla, para que deje de estorbar, para que nos deje experimentar la realidad con eso otro que no es mente.
¿y qué es eso otro? no es posible responder en esta forma escrita.
viajes interiores, viajes exteriores 1
estuve de viaje por un par de semanas con un grupo de 20 personas. el sentido del viaje era espiritual. visitamos varios lugares con historia y significados espirituales, relacionados a personajes del pasado que ahí sembraron intenciones, energías y conciencias de crecimiento espiritual. para mi sorpresa, el guía del viaje nos habló muy pronto de la intención del viaje de la vida: ver nuestra máscara, ver nuestra sombra, observarlas, enfrentarlas, trabajarlas, atravesarlas. me sorprendí pues es exactamente lo que veo en la terapia y los entrenamientos, pero en aquellos casos sin tónica espiritual. no evidentemente, al menos. me sentí entonces en sintonia con el trabajo espiritual que se nos proponia durante el viaje.
sin embargo, me observé dispersa y ruidosa, exaltada y controladora, a medida que convivía con los compañeros de travesía. fui guiñapo de mi ego por varios días. reaccioné. juzqué. taché. me hice la graciosa con mucha eficiencia. me burlé. cuidé mis formas, mis palabras. busqué descifrar a las personas. tú eres así, ya te he descifrado. tú tienes este problema. tú no quieres ver esto, pero yo sí lo puedo ver. y así me desenvolví varios días. fue ensordecedor.
mi compañera de cuarto, una mujer joven y atractiva, con gran gusto por la ropa, los objetos, etc., me recordó algo repugnante que me apuré a etiquetar. cuando me relató que tomaba cursos de sanación con sanadores famosos del extranjero, herví de envidia. me observé. no podía ver nada más que la envidia. esta persona superficial y con sonora forma de roncar estudiaba sanación con los más destacados. se decía ser una sanadora. por supuesto no le comenté nada de mí ni de mi búsqueda de sanación. así la castigué, así me vengué por lo que ella tenía y yo no. al menos así lo veía yo. qué tenía o no tenía cada quién era punto y aparte.
nada fue casual. ni que me tocara ella como compañera de cuarto ni que me fuera repulsiva su forma de ser. los demás compañeros del grupo llegaron a decirme que ella "me estaba robando el lugar" con sus chistes y ocurrencias. también me di cuenta de que su control avasallador me asfixiaba, y pensé que seguramente mi control avasallador asfixia a R. así como ella me atosigaba con sus preguntas y reloj despertador, así yo atosigaría a R con mis preguntas y lo que quiera que fuese. dicen que lo que te choca, te checa. sólo hay qué buscar por dónde es que te checa. no necesariamente es evidente.
continué observando. me costó mucho, pero continué observando.
sin embargo, me observé dispersa y ruidosa, exaltada y controladora, a medida que convivía con los compañeros de travesía. fui guiñapo de mi ego por varios días. reaccioné. juzqué. taché. me hice la graciosa con mucha eficiencia. me burlé. cuidé mis formas, mis palabras. busqué descifrar a las personas. tú eres así, ya te he descifrado. tú tienes este problema. tú no quieres ver esto, pero yo sí lo puedo ver. y así me desenvolví varios días. fue ensordecedor.
mi compañera de cuarto, una mujer joven y atractiva, con gran gusto por la ropa, los objetos, etc., me recordó algo repugnante que me apuré a etiquetar. cuando me relató que tomaba cursos de sanación con sanadores famosos del extranjero, herví de envidia. me observé. no podía ver nada más que la envidia. esta persona superficial y con sonora forma de roncar estudiaba sanación con los más destacados. se decía ser una sanadora. por supuesto no le comenté nada de mí ni de mi búsqueda de sanación. así la castigué, así me vengué por lo que ella tenía y yo no. al menos así lo veía yo. qué tenía o no tenía cada quién era punto y aparte.
nada fue casual. ni que me tocara ella como compañera de cuarto ni que me fuera repulsiva su forma de ser. los demás compañeros del grupo llegaron a decirme que ella "me estaba robando el lugar" con sus chistes y ocurrencias. también me di cuenta de que su control avasallador me asfixiaba, y pensé que seguramente mi control avasallador asfixia a R. así como ella me atosigaba con sus preguntas y reloj despertador, así yo atosigaría a R con mis preguntas y lo que quiera que fuese. dicen que lo que te choca, te checa. sólo hay qué buscar por dónde es que te checa. no necesariamente es evidente.
continué observando. me costó mucho, pero continué observando.
noticia
en este pesado caminar han habido muchas revelaciones. la situación me ha llevado a observarme y cuestionarme cosas que nunca pensé sería necesario tocar. pero por algo ha sucedido todo esto y las he tocado. no puedo mentir. me cuesta conciliarme con esta realidad. la sigo negando. sigo resistiéndome a aceptarla, y en esa resistencia, deseo modificar la situación, alterar mi manera de relacionarme con ella, y también alterarla a ella misma, vaya, en la expresión más ambiciosa: resolverla. este deseo de resolución es también fruto de mi rechazo a la situación. quiero resolverla para deshacerme de ella. y este deseo de resolución me ha llevado por muchos caminos.
¿por qué quiero resolverla? - por miedo. por miedo a que suceda alto terrible por no haberla resuelto. por miedo a estar en una situación en la que ya no deseo estar, pero sigo estando por sentirme atada, obligada, sin remedio. por miedo a que nadie más me ame. por miedo a volver a aquellos tiempos del deseo sexual insatisfecho, la soledad, la neurosis, el agotamiento, la desesperación, la incomprensión. he estado observando todo esto.
hace algunas semanas se manifestaron los síntomas del ya conocido malestar. me encontraba en fin de semana de entrenamiento y mi energía no era mucha. estaba callada, observándome, observando lo que los otros activaban en mí. de pronto, una madrugada, medio desperté entre las primeras claridades del amanecer. inmediatamente mi mente me remitió al malestar físico que experimentaba, ahí está, pensé, y acto seguido, mi mente, por primera vez en 4 años, de la mano de mis emociones, respondió: "está bien".
Apr 4, 2014
cleopatra
Desde muy pequeña, establecí una relación muy cercana con los libros. Tuve libros pequeñitos para la mano de un niño, llenos de lecciones y moralismos para formar el criterio de un joven ser. Tuve otros de cuentos de ficción, fantasías, llenos de ilustraciones Yo hacía todo tipo de interpretaciones y conjeturas al mirar las ilustraciones, y me quedaba largo rato estudiando los detalles de las imágenes. Recuerdo un libro que tuve sobre bestias mitológicas, el Kraken, el Minotauro, el Ave Fénix, y eran muy breves los textos que acompañaban a las grandes ilustraciones. Tuve otro libro de leyendas dónde venían, por ejemplo, Tristán e Isolda, Semiramis, Rómulo y Remo, y otras. Estas historias, a pesar de que yo no comprendía muy bien el mensaje de los textos, me ayudaron más tarde a interpretar la realidad, y sí, como dice el cliché, mis modelos de éxito, pareja, felicidad, plenitud se forjaron en gran medida en torno a las historias que ahí se relataban.
Recuerdo una especie de enciclopedia para niños dónde se describían las vidas de los personajes históricos, y, para mostrar al lector cómo eran sus vidas, se incluía un cuadro de algún pintor famoso. Ahí estaba el cuadro de Cleopatra, que se suicida por mordedura de serpiente. Yo no comprendía quién era Cleopatra y por qué en el cuadro aparecía como una mujer blanca gordita, y no como las ilustraciones egipcias de los muñecos bidimensionales. Pero eso no me era atractivo o repulsivo especialmente. Lo que me volvía loca, era mirar el blanco pecho de la mujer recostada, la mirada lánguida y la cabeza caída, mientras brillaba el perfecto y voluptuoso -muy erótico- seno desnudo, y ahí mismo, a unos cuantos centímetros, la cabeza de la serpiente oscilando. Ella misma, tomando a la serpiente con cuidado, me daba la sensación de ser amorosa con el objeto de su dolor y su muerte, no había un rictus de tragedia, ella parecía disfrutarlo. La escena me causaba una excitación y efervescencia. ¿Se identificaban ya mis receptores de masoquismo?
Mar 13, 2014
sigo trabajando
De vuelta de la terapia me doy cuenta de que este post es parte de esos lugares que mental y emocionalmente quiero siempre encontrar: esos lugares dónde digo "yo puedo, yo lo supero fácilmente". Si, hay una parte de mí que se siente como en ese post, de vez en cuando unos instantes, pero otra parte de mí no se siente así. La terapeuta me hace notar que justamente lo que esta experiencia me invita a ser, es a ser vulnerable, débil, imperfecta. Yo trato inmediatamente de negar la experiencia, de negar la enfermedad y acabar con el síntoma, otra vez quiero decir, "yo puedo" rápidamente, y también "yo soy fuerte, no necesito a nadie ni a nada", y finalmente "yo voy a vencer esto". Precisamente hace unos días me acordaba de Orgullo y Prejuicio, cuando Darcy está practicando esgrima, y, pensando en Elizabeth, se retira de la duela diciendo firmemente, "I shall conquer this".
¿Qué pasa conmigo que me cuesta tanto trabajo mostrarme vulnerable? Es una costumbre de toda mi vida, vaya, ni me puedo imaginar siendo vulnerable. Cuando he hecho los ejercicios de terapia en grupo, y he descargado mi enojo de forma explosiva y brutal, he sentido como si perdiera la consciencia, como si todo se borrara y me olvidara de mí misma, como si perdiera piso. La terapeuta me invita a quedarme con esa sensación desagradable de ser vulnerable, con la sensación desagradable de no ser perfecta, fuerte, autosuficiente, sólo a quedarme con la sensación, a permitirla, a no rechazarla.
Me cuesta un poco identificar ese lugar emocional, mi cerebro se adelanta a identificar un patrón o referencia para poder decir "estoy ahí, estoy sintiendo la vulnerabilidad", irónicamente tratando de hacer lo nuevo caigo en lo viejo, es algo que se cuela automáticamente bajo mi forma de ver las cosas, prácticamente todo. Tengo que detenerme un poco antes y sentir, no identificar, sino sólo sentir, y no adelantarme a rechazar y sentir algo deliberadamente, sino a sentir lo que sienta, sin tratar de hacer nada. Esto también me cuesta trabajo pues tengo la costumbre de explicarlo y racionalizarlo todo o casi todo.
Debo tener cuidado, fácilmente me paso al otro lado de la balanza y me pongo en el lugar de la víctima. Entonces caigo en el "pobre de mí porque no puedo, pobre de mí porque soy vulnerable, pobre de mí porque soy débil". El lugar de la víctima me lleva al juicio y a la auto-reclamación. Caigo en un círculo vicioso de auto-recriminación.
Me tengo qué detener mucho antes. Mi tarea es: notar cuando trato de ser invencible, no tratar de serlo, y sentir la vulnerabilidad. Se dice fácil.
¿Qué pasa conmigo que me cuesta tanto trabajo mostrarme vulnerable? Es una costumbre de toda mi vida, vaya, ni me puedo imaginar siendo vulnerable. Cuando he hecho los ejercicios de terapia en grupo, y he descargado mi enojo de forma explosiva y brutal, he sentido como si perdiera la consciencia, como si todo se borrara y me olvidara de mí misma, como si perdiera piso. La terapeuta me invita a quedarme con esa sensación desagradable de ser vulnerable, con la sensación desagradable de no ser perfecta, fuerte, autosuficiente, sólo a quedarme con la sensación, a permitirla, a no rechazarla.
Me cuesta un poco identificar ese lugar emocional, mi cerebro se adelanta a identificar un patrón o referencia para poder decir "estoy ahí, estoy sintiendo la vulnerabilidad", irónicamente tratando de hacer lo nuevo caigo en lo viejo, es algo que se cuela automáticamente bajo mi forma de ver las cosas, prácticamente todo. Tengo que detenerme un poco antes y sentir, no identificar, sino sólo sentir, y no adelantarme a rechazar y sentir algo deliberadamente, sino a sentir lo que sienta, sin tratar de hacer nada. Esto también me cuesta trabajo pues tengo la costumbre de explicarlo y racionalizarlo todo o casi todo.
Debo tener cuidado, fácilmente me paso al otro lado de la balanza y me pongo en el lugar de la víctima. Entonces caigo en el "pobre de mí porque no puedo, pobre de mí porque soy vulnerable, pobre de mí porque soy débil". El lugar de la víctima me lleva al juicio y a la auto-reclamación. Caigo en un círculo vicioso de auto-recriminación.
Me tengo qué detener mucho antes. Mi tarea es: notar cuando trato de ser invencible, no tratar de serlo, y sentir la vulnerabilidad. Se dice fácil.
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