May 23, 2014

viajes interiores, viajes exteriores 1

estuve de viaje por un par de semanas con un grupo de 20 personas. el sentido del viaje era espiritual. visitamos varios lugares con historia y significados espirituales, relacionados a personajes del pasado que ahí sembraron intenciones, energías y conciencias de crecimiento espiritual.  para mi sorpresa, el guía del viaje nos habló muy pronto de la intención del viaje de la vida: ver nuestra máscara, ver nuestra sombra, observarlas, enfrentarlas, trabajarlas, atravesarlas.  me sorprendí pues es exactamente lo que veo en la terapia y los entrenamientos, pero en aquellos casos sin tónica espiritual.  no evidentemente, al menos. me sentí entonces en sintonia con el trabajo espiritual que se nos proponia durante el viaje.

sin embargo, me observé dispersa y ruidosa, exaltada y controladora, a medida que convivía con los compañeros de travesía.  fui guiñapo de mi ego por varios días. reaccioné. juzqué. taché. me hice la graciosa con mucha eficiencia. me burlé. cuidé mis formas, mis palabras. busqué descifrar a las personas. tú eres así, ya te he descifrado. tú tienes este problema. tú no quieres ver esto, pero yo sí lo puedo ver. y así me desenvolví varios días. fue ensordecedor.

mi compañera de cuarto, una mujer joven y atractiva, con gran gusto por la ropa, los objetos, etc., me recordó algo repugnante que me apuré a etiquetar. cuando me relató que tomaba cursos de sanación con sanadores famosos del extranjero, herví de envidia. me observé. no podía ver nada más que la envidia. esta persona superficial y con sonora forma de roncar estudiaba sanación con los más destacados. se decía ser una sanadora. por supuesto no le comenté nada de mí ni de mi búsqueda de sanación. así la castigué, así me vengué por lo que ella tenía y yo no. al menos así lo veía yo. qué tenía o no tenía cada quién era punto y aparte.

nada fue casual. ni que me tocara ella como compañera de cuarto ni que me fuera repulsiva su forma de ser. los demás compañeros del grupo llegaron a decirme que ella "me estaba robando el lugar" con sus chistes y ocurrencias. también me di cuenta de que su control avasallador me asfixiaba, y pensé que seguramente mi control avasallador asfixia a R. así como ella me atosigaba con sus preguntas y reloj despertador, así yo atosigaría a R con mis preguntas y lo que quiera que fuese. dicen que lo que te choca, te checa. sólo hay qué buscar por dónde es que te checa. no necesariamente es evidente.

continué observando. me costó mucho, pero continué observando.


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