Te columpias cerca del centro y con lento oscilar pausado. En tu pendular me revelas la dimensión de mis desvaríos y extremas perspectivas distorsionadas. Pones todo en relación y se manifiestan las falacias y exageraciones. Tienes el poder de hacerme descubrir mis falsas pretensiones, sólo con tu actitud, con tu punto de vista. Me doy cuenta ahora: tantas cosas que usé como herramientas de poder y manipulación, tratando de ocultar mi debilidad con furia y fuerza huecas. Simpre queriendo dar el primer paso y llevar la batuta, siempre actuando con falsa decisión de papel en llamas que arde un segundo y se vuela en cenizas impotentes. Tú, en cambio, tan firme y bien plantado en tu cristalina naturaleza, ahora todo lo arrasas y sólo dejas en mis manos la verdad desnuda. Eludirla es imposible.
Tardé un poco en definir la sensación de ese primer encuentro entre nosotros. Me parecía indefinible y sui generis, y decidí guardar silencio antes de definirlo con premura. Pasados unos días se revelaba poco a poco la sensación experimentada. Primero la eliminación de referencias: no era nada parecido a lo anterior. No era frescura ni novedad. No era intimidación ante una fuerza mayor y por ende una rendición improvisada. No era tampoco amor. No parecía estar más cerca de definir la sensación, era inasible, como inasible eres con tu naturaleza etérea.
Pero sútilmente aparecieron poco a poco los matices: el primero, el de la falta de accesorios psicológicos, una franqueza física deprovista de intensiones secundarias. El segundo, el de la neutralidad, el de la cortesía democrática, la sugerencia y la recepción con el mismo peso en la balanza. El tercero, el de la naturalidad y la fidelidad a la biología, al impulso, al instinto, al método, al ritmo, al fin. El cuarto, el del cuidado y la compasión amorosa, la consideración, la humanidad, la calidez, el beso.
Eran en conjunto un mensaje claro: no era el encuentro una herramienta de poder ni una oportunidad de demostrar fuerzas relativas. Era un momento de comunión y abandono, de absoluta sensación infinita, atrapada en unos minutos de acrobacia, sin mayor trascendencia que la gloria de ser humanos. Juntos.
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