Me observo detenidamente. Poco me desconecto de la conciencia del hacer, pero a la vez se siente tan natural que parece el ser. Trato de ser-hacer/hacer-ser, casi no puedo distinguir entre ambos. El ser cae con todo su peso y aplasta el resto. Me sorprendo in fraganti en algún gesto artificial. ¿De dónde viene esta selección por un gesto artificial?, ¿qué es lo que estoy evitando con esa selección?, ¿por qué resulta la -entre comillas- mejor opción? La respuesta no es diferente de la de todas las preguntas del estilo. Está ahí muy en el fondo, un grillete apretado y cortante. He adelgazado el metal, pero no lo he cortado. Me pregunto qué estoy esperando para hacerlo. Inmediatamente lo noto: no sé cómo.
La lección me ha sido explicada claramente. Pero no parezco comprender. Me llevo los apuntes a casa y trato de repasar, pero no los logro asimilar del todo. Me siento perdida. Tengo miedo de fallar en el examen. Irónicamente, la lección se trata de no tener miedo de fallar. Lo que me recuerda que no he comprendido del todo la lección.
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