recordé. me mordí la piel de los dedos, abstraída con el recuerdo. fijé la vista en estas letras, sin leerlas. ése, el instante en que el dios se hizo hombre. sin fuerza, una sensación lo invitó a doblegarse. y -como quién tímidamente se rinde- se balanceó con dulzura terrenal. ahora, como entonces, mi corazón late fuerte y se encienden mis mejillas.
No comments:
Post a Comment