¿Y dónde está la verdadera libertad al amar?, ¿el acto de deshacerse de todo deseo de manipulación, de control, de posesión... hasta de satisfacción? ¿No es acaso la libertad al amar la máxima satisfacción en sí misma, aunque todos o cualquiera del resto de los elementos mal considerados "comunes" en el amor estén en segundo término o hasta ausentes? ¿No sería ésta la fórmula alquímica para hacer al amor inmortal, sublime, etéreo... y aún, humano?
...y no sólo deshacerse del deseo de poseer al otro para satisfacer un deseo propio, sino de creer que uno puede satisfacer en el otro ése o
cualquier otro vacío.
-Pero es que eso no es posible en el día a día...- decía - la dinámica se
complejiza, se levantan reclamos, exigencias, se asignan roles, labores... Es muy posible, pensé. Pero, esos roles, ¿de dónde vienen? ¿De las
construcciones sociales? ¿Los dictaminan los otros, el entorno, la familia, la sociedad, el mundo? Me es
inevitable sentir que hay un grado de traición al relámpago de inspiración que nos hace comprender qué es el amor libre, cuando se le encasilla en roles tales. Una falta de coherencia para con un ideal comprendido.
La fuerza del
conciente, de la
automatía, de la
cotidianeidad, ¿quizá? Y si en efecto esta fuerza se va colando por las rendijas y gana algo de terreno, ¿qué será lo que decidamos -de todo lo que compartimos- que vale la pena para confrontarnos?, ¿qué será meritorio de la confrontación, de la exigencia, de la molestia? ¿Qué merecerá nuestra
insatisfacción? No me molestaré si haces esto, pero si haces esto otro, entonces sí me molestaré. No me molestaré si dejas de hacer esto, pero si dejas de hacer esto otro, entonces sí me molestaré. Y no hablábamos de lavar los platos.
Llegamos a un rincón anguloso. Todos tenemos escalas de valores. Quizá en el momento en que las escalas de valores sean incompatibles será el momento de la confrontación. Cuando ser fiel al otro represente traicionarse a uno mismo. Sin embargo, hay una salida a este aparente túnel sin salida: la
comunicación. Si el valor primordial es la
vida, si le sigue la
libertad y sigue entonces el
amor, lo que se trate en la
conversación siempre apelará a un nivel mayor de entendimiento, el de el amor libre que ante todo respeta la vida. En este contexto no se me ocurre algo más grande que irrumpa en la paz de la relación. Hay otros altos valores, claro, pero no me parecen de naturaleza inmutable como los anteriores.
Pero la contundencia no era el objetivo del argumento. Yo hablaba desde la teoría... él hablaba desde la práctica.