Me tomó por sorpresa la conciencia
del límite de la palabrería
por ver reducida mi poesía a
ideas que expresé con impaciencia
creí antaño que el poder del verso
era eterno, invencible, infinito
más se reveló pronto, maldito
intraducible, el pensamiento preso
pobre estilo, el mío, de poeta
que se queda en silencio repentino
si presencia azorado el cristalino
brillo de la sensación discreta
sin rima, sin lenguaje, sin palabra
sin posible manifestación de letra
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