En el manual, la autora especifica que, durante una sesión de terapia, el terapeuta puede insertar sentimientos en la persona que recibe la terapia que ésta no haya experimentado nunca, y con ello, darle la oportunidad para sentir estos sentimientos conocidos pero no experimentados. Así que algunos sentimientos que me fueron insertados durante los cursos y terapias que tomé bajo los principios de este método sonaban conocidos para mí, pero ignoraba si los había experimentado alguna vez o no. Así, "sé lo que es y lo que se siente estar siempre conectado con el Creador", u otro, "sé lo que es y lo que se siente saber que puedo confiar en el Creador", y aún otro, "sé lo que es y lo que se siente confiar en mí misma", "sé lo que es y lo que se siente amarme a mí misma", "sé lo que es y lo que se siente saber que nunca me falta nada y siempre estoy con el Creador", y así otros tantos, me fueron insertados.
Y hasta que leía el manual me di cuenta de que eso justamente es lo que había pasado y estaba pasando. Me siento mucho mejor, alegre, ligera, confiada, acepante de mi vida ecléctica como es y sin plan para la siguiente temporada, y es eso justamente, todos esos sentimientos que yo conocía pero nunca había experimentado. No sabía cómo describir la sensación, sólo atinaba a expresar "me siento bien", pero no es "bien", sino es una especie de silencio-calma-contentamiento que me llena desde el fondo, y casi no se puede explicar. Quizá el sentimiento más sobresaliente de todos es éste: no importa lo que pase, tengo una confianza arrasadora de que todo estará bien, una especie de seguridad álmica, profunda y contundente, que se va por ratos cada vez más breves, y regresa como olas que van creciendo, hasta que revientan en la orilla y lo mojan todo, todo, todo.
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