Mi herida de traición es importante y así lo demuestra mi cuerpo, pues mis caderas son prominentes y mi trasero también. Sin embargo, recientemente, he podido apreciar que mi herida de traición se ve acrecentada por la de mi mamá, que tiene una herida de traición aparentemente importante. Estos meses me he dado cuenta de que sus suposiciones sobre los motivos por los que los demás hacen o deshacen las cosas son generalmente en torno a engañarla, abusar de ella, mentirle, sacar provecho, etc. Así, declara con toda seguridad que tal o cual persona está mintiendo, o dice lo que dice con el objetivo de engañarla, o engañarme.
Sus palabras resuenan en mí de una forma desagradable. Yo quiero confiar, yo confío, pero ella me llama a desconfiar, a dudar, y, callada, termino concluyendo que no tengo buen sentido de apreciación (mi propia inseguridad toma su lugar aquí y me cuesta mucho desvanecerla). Si me descuido, yo misma quiero controlarlo todo, controlarla hasta a ella y a su herida de traición. Me provoca decirle "ya no pienses así, piensa de esta otra forma"... e inmediatamente me doy cuenta: si yo quiero que ella piense de determinada forma, esto también es control.
Lo siguiente que hace es culparse por todo lo que sale mal (también un rasgo del controlador). No debió decir esto o aquello no hubiera pasado, no debió hacer aquello y así esto no hubiera sucedido. Me dan ganas de salir corriendo y gritando por la calle, ¡no todo es tu culpa, no todo es tu culpa!!!!! Realmente resuena en un lugar incómodo dentro de mí. Mi propio trabajo con la culpa es profundo y constante. Me cuesta mucho trabajo superar las situaciones dónde la persona siente que tiene toda la culpa (se condena sin segunda oportunidad) o aquellas cuando la persona no se hace responsable de nada (en ese caso resuena en mí la traición del que no responde por sus actos).