y justo después de hablar con intención y convicción, intentando acreditarme frente a otro, me volvía a decir a mí misma, nunca más defenderé un punto de vista, no tiene caso, me volveré de ese tipo de personas que a todo dicen que sí y a todo dicen está bien, y con suerte, nadie se dará cuenta por estar todos tan absortos en ellos mismos y en sus propias acreditaciones personales, y pasará desapercibido que ya no me importa justificar nada ante nadie, que el único diálogo que me importa es el que tengo conmigo misma, y que no me interesa el juicio de nadie más que el mío hacia mi alma.
¿y qué sustituirá la palabrería? -la acción, que es mensaje en el hecho, sin adornos.
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