Querido mío,
Habitas mis horas con la delicadeza de tu recuerdo. He despertado con el sabor de tu cuerpo quieto en la cama, tu respiración tenue y tu calor vivo, con su carácter pacífico y sosegado de las mañanas. Luego he hecho varias cosas, labores de casa, poner algo de orden, atender a mis afectos... y de nuevo has venido a mi memoria, sentado en el comedor con los brazos sobre la mesa, la espalda recta y la mirada en algún punto lejano, esperando pacientemente el desayuno, comiendo todo y celebrando sin ningún gesto especial, y simplemente siendo tú, que te sale tan bien y lo disfruto tanto.
Hoy tenemos lluvia temprano. Salí con los perros a caminar y nos cayó un aguacero enorme en el camino. Nos empapamos y emprendimos el regreso completamente mojados, y entrando en casa he mirado el sillón y de nuevo te he recordado sentado con tu libro, tardando un momento en levantar la cara, observándome y mandándome a un baño caliente, y me dices que me abrigue, y me conforta que busques confortarme, tus palabras, tu intención. Más que el baño.
Ha venido la noche y sus cigarras. La lluvia sigue cayendo y he encendido las luces de la casa. Está todo tranquilo y en penumbras color ámbar, como quiero refugiarme cuando ya todo es silencio y el día ha terminado. Estoy escribiendo sobre ti y apareces con tus pasos silenciosos por los cuartos, buscando algo que no dices o haciendo algo que no avisas, siempre independiente, siempre discreto, siempre autosuficiente.
Me gusta mucho cómo eres. Me gusta tu forma de ser y lo que haces, lo que dices, lo que piensas y cuando me compartes. Me gusta que seas mío a ratos, que vengas de visita y hagas esas cosas que haces solo, sin que nadie te lo indique. Me gusta que te bastas y te conoces, que te decides y que actúas, y que no esperas a que nadie apruebe nada tuyo.
Ahora voy a meditar arriba un rato. El perfume de tu paz está presente mientras me siento en silencio con el corazón abierto. Deseo abrazarlo todo tal cual es y se presenta. Imagino una luz rosa que sale de mi pecho hacia el Planeta, lo rodea completo y lo apapacha, y se expande al infinito hasta unirse con la Fuente. Voy a recordar tus enseñanzas y tantas cosas que me dices de este camino especial y personal. Voy a estar presente y en silencio, completamente quieta y haciendo todo con lo menos posible.
Y al pararme, miraré ese rincón de nuestra guarida, entre sombras amarillas y naranjas, el pabellón puesto estas noches húmedas de bichos y cigarras. E imaginaré tu cuerpo hermoso de cobre pulido y generoso, tendido y reposado entre edredones, listo para darme su calor único y perfecto.
Te amo.